viernes, 25 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad

La pasada semana encargué a mis alumnos de 3º de ESO que escribieran un cuento navideño. Me devolvieron historias llenas de huerfanitos, niños abandonados, madres solteras, muñecos de nieve parlantes y décimos de lotería premiados que lo resuelven todo.

Suspiré profundamente. Mi vigilante me susurró: "Vale, listillo. A ver qué eres capaz de hacer tú".

Aquí lo tenéis. Se lo he mandado como felicitación a mis amigos y amigas. Aprovecho para felicitaros también a todos los que lo veáis. Cuidaos mucho y sed felices, amigos.




Por cierto, una aclaración: la imagen que sale en blanco y negro de un hombre sobre fondo nevado corresponde a James Stewart en la inmortal obra de Frank Capra "Qué bello es vivir". Por si alguien lo dudaba.












viernes, 3 de julio de 2009

Cumpleaños de Ramón Gómez de la Serna

Hoy al abrir el Google, nos sale este precioso dibujo:



con ocasión del cumpleaños de
Ramón Gómez de la Serna, (3 de julio de 1888).

Ramón - por antonomasia- es uno de nuestros más geniales y excéntricos poetas. Desde luego, ya quisieran algunos poder presumir de haber dictado una conferencia subido a lomos de un elefante o desde lo alto de un trapecio.

La greguería es la principal herencia literaria de
Ramón. Posiblemente es un género poético que ha ganado aceptación con el paso del tiempo. En nuestro aceleradísimo siglo XXI de taquicárdicos twitter y eslóganes ocurrentes, incluso los sonetos se hacen demasiado largos.
(Ya lo dijo aquella impagable locutora: "Bueno, bueno, lea usted su soneto... pero que sea cortito".)

Los haikus con sus tres líneas epigramáticas han sido cultivados por autores tan diversos como
Mario Benedetti y Federico Jiménez Losantos. Pero eso de hacer un poema de una sola línea... amigos, eso es casi exclusivo de Ramón. Bueno, y de algunos creativos publicitarios. Que no resultan tan geniales ni aunque se suban a media docena de elefantes.

Aquí les dejo con un Powerpoint cargado de greguerías. Felicidades, Ramón.

Les recomiendo también que visiten esta interesantísima web dedicada a Ramón Gómez de la Serna : www.ramongomezdelaserna.net

miércoles, 1 de julio de 2009

Y al acabar el Bachillerato... ¿en qué me matriculo?

Para los que tengan aún dudas sobre su futuro universitario, una alternativa razonable: Haz una ingeniería industrial. Dicho de otro modo: Hazte industrial.


viernes, 19 de junio de 2009

Los amos del mundo, según Pérez-Reverte


Me llega un correo electrónico de un buen amigo con la transcripción de un artículo de nuestro viejo conocido Arturo Pérez-Reverte, originalmente publicado el 15 de noviembre de 1998 en “El Semanal”. Si en su momento pudo parecer extremadamente agorero, la realidad actual ha confirmado – en todo o en parte - sus vaticinios. Oportunamente lo han rescatado de la hemeroteca los responsables de XLSemanal (hace ya algunos meses, no se crean), desde cuya página el artículo ha ido repicándose de blog en blog y de mail en mail por toda la blogosfera. Por mí que no quede. Este es el artículo; después lo comentaré.

Los amos del mundo (1998)

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del ordenador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro. Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo. Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.


No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundocombinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro. Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, y meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados. Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.


Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, oh prodigio, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recae directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia, con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros y a veces con su puesto de trabajo Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.


Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena. Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

Arturo Pérez-Reverte

jueves, 18 de junio de 2009

Tardes azules y largas de verano

El curso acabó; las últimas semanas han ido a un ritmo endiablado y no han sido sencillas ni para alumnos ni para profesores. Desgraciadamente hace casi tres meses que no actualizo el blog. ¡Ya hemos tenido suficiente lío en clase! El curso se ha acabado, inevitablemente.


Estas últimas tardes, con las últimas correcciones, últimas calificaciones, se me están haciendo largas. También son mis últimos días en el IES Alkala Nahar, pues el próximo curso lo comenzaré en otro instituto de Alcalá.


Casi siempre me sorprende el verano cuando llega, igual que al personaje de una de mis canciones preferidas: Azzurro, de Paolo Conte. Todo el año esperando, y de repente, aquí está, con sus largas tardes de blues y una sensación – para mí - de desconcierto...







AZZURRO (Paolo Conte)

Cerco l'estate tutto l'anno
e all'improvviso eccola qua.
Lei è partita per le spiagge
e sono solo quassù in città,
sento fischiare sopra i tetti
un aeroplano che se ne va.

Azzurro,
il pomeriggio è troppo azzurro

e lungo per me.

Mi accorgo di non avere più risorse,
senza di te,

e allora io quasi quasi prendo il treno
e vengo, vengo da te,

ma il treno dei desideri
nei miei pensieri all'incontrario va.


Busco el verano todo el año/ y de repente, aquí está./ Ella se ha largado a las playas/ Y estoy solo aquí arriba en la ciudad. / Siento silbando sobre el tejado/ un aeroplano que se va hacia allá.



Azul (= blue = melancólico), / la tarde es demasiado azul / y larga para mí./ Me noto/ como carente ya de recursos/ sin ti/ y entonces/ yo casi casi tomo el tren/ y voy, voy hacia tu casa/ pero el tren de los deseos/ circula en sentido contrario a mis pensamientos.

sábado, 13 de junio de 2009

Shakespeare y la condición humana


Hoy he escuchado un magnífico programa de Radio 3 dedicado a Shakespeare en el cine, en el que se analizan diversas películas inspiradas en las obras del de Stratford: HAMLET de Kenneth Branagh; RICARDO III de Richard Loncraine; RICARDO III de Laurence Olivier; LOOKING FOR RICHARD de Al Pacino; JULIO CÉSAR de Joseph L.Mankiewicz ; CAMPANADAS A MEDIANOCHE de Orson Welles; y ENRIQUE V de Kenneth Branagh.

Gracias a los prodigios de la tecnología, basta con poner un enlace para que todo el mundo pueda escuchar de nuevo este programa de radio.

http://www.rtve.es/mediateca/audios/20090612/videodrome-condicion-humana-shakespeare-cine-13-junio-2009/524129.shtml

miércoles, 11 de marzo de 2009

Marcela, o la libertad de las mujeres

Cervantes, además de amar la libertad, era extremadamente liberal en sus planteamientos e ideas. Tenía además una especial consideración hacia las mujeres, muy lejos de la misoginia habitual en los autores de la época. Podemos considerar que Cervantes fue el primer escritor feminista de la literatura española.


En el Quijote aparecen una interesante colección de personajes femeninos, caracterizados por su valentía e independencia. Resulta interesantísima la pastora Marcela, que – a pesar de su apariencia de pastorcilla al estilo de las églogas de Garcilaso – desmonta todas las ideas preconcebidas con su discurso de libertad.


La novela pastoril de Grisóstomo y Marcela se desarrolla entre los capítulos XI a XIV de la primera parte. Marcela es tan bella y atractiva que todos los pastores de la comarca andan enamorados de ella, quien, no obstante, reparte equitativamente calabazas a todos sus admiradores. Grisóstomo ha sido rechazado como todos los demás, y, al no poder superar la negativa, ha optado por suicidarse.


Cuando vuelven del entierro, los compañeros de Grisóstomo se encuentran con Marcela y se enojan con ella, culpándola del suicidio de aquel que tanto sufrió por "celos, sospechas y ausencia".


La ideología dominante en el siglo XVII era el machismo: Las mujeres debían someterse a las elecciones de los hombres, tanto en lo económico como en lo emocional, y así era lo habitual en toda la literatura amorosa que desde los tiempos del “amor cortés” hasta las novelas pastoriles se había publicado.


Pero Marcela se rebela y - desde la pluma de Cervantes - pide la libertad de elección para la mujer. Este es su encendido discurso, aplaudido al final por el caballero don Quijote.


……………………………………………………………….

[Dice Marcela:] — Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura , y por el amor que me mostráis decís y aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.


(…) Y, según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso . Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amaséis? Cuanto más, que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que tal cual es el cielo me la dio de gracia, sin yo pedirla ni escogerla. (…)


Pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que, por solo su gusto, con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos : los árboles de estas montañas son mi compañía; las claras aguas de estos arroyos, mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. (…).


El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es excusado . Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan de su particular provecho; y entiéndase de aquí adelante que si alguno por mí muriere, no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere a ninguno debe dar celos, que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. (…)


Que si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles, ¿por qué ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como sabéis, tengo riquezas propias, y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este ni solicito a aquel ; ni burlo con uno ni me entretengo con el otro. (...)


Lo cual visto por don Quijote, pareciéndole que allí venía bien usar de su caballería, socorriendo a las doncellas menesterosas, puesta la mano en el puño de su espada, en altas e inteligibles voces dijo:


—Ninguna persona, de cualquier estado y condición que sea, se atreva a seguir a la hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa indignación mía . Ella ha mostrado con claras y suficientes razones la poca o ninguna culpa que ha tenido en la muerte de Grisóstomo y cuán ajena vive de condescender con los deseos de ninguno de sus amantes; a cuya causa es justo que, en lugar de ser seguida y perseguida, sea honrada y estimada de todos los buenos del mundo.

………………….

Podéis leer el capítulo completo en:

http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/edicion/parte1/parte02/cap14/default_01.htm

martes, 10 de marzo de 2009

Sinónimo que no has de emplear, déjalo marchar

Con respecto a la sinonimia, hoy hemos visto en clase que no siempre resultan intercambiables términos que parecen ser sinónimos, en virtud de las connotaciones, de la adecuación léxica, del nivel de habla y de la situación comunicativa.

A la hora de usar un sinónimo, hay que verificar que su uso resulte coherente en relación con las restantes palabras. Por ejemplo: "Silencioso" y "callado" pueden resultar sinónimos para calificar a personas: Matilde está muy silenciosa ho
y / Matilde está muy callada hoy.
Sin embargo, pueden no serlo si se refieren a objetos inanimados: El motor de mi coche es silencioso /*El motor de mi coche es callado.

En algunas ocasiones, el uso de un sinónimo desacertado puede provocar un efecto cómico, como sucede en la siguiente colección de refranes en los que se han cambiado las palabras originales por otras que son casi sinónimas. (En este caso, sinónimas denotativas, aunque con diferentes connotaciones) Os propongo como juego y actividad que averigüéis a qué refrán clásico corresponde cada uno de los siguientes.
Como pista, os doy la solución del primero:

1. Líquido elemento que no debes ingerir, permítelo discurrir por su cauce.
Respuesta: Agua que no has de beber, déjala correr.

2. Relátame con quién deambulas y te manifestaré tu idiosincrasia.

3. A perturbación ciclónica en la atmósfera, rostro jocundo.

4. Ocúpate de la alimentación de aves córvidas y estas te extirparán las córneas, el iris y el cristalino.

5. El globo ocular del propietario torna obesa la cabaña vacuna.

6. Quien a ubérrima conífera se adosa, óptima umbría le guarece.

7. A equino objeto de un obsequio no le examines el incisivo.

8. El rumiante caprino propende al accidente orográfico.

9. Trasládeme yo a temperatura debidamente elevada, y demuestre el vulgo su regocijo.

10. La ausencia absoluta de percepción visual torna insensible el órgano cardiaco.

11. El valor de un plumífero en cavidad carpo-metacarpiana es mayor que la segunda potencia de diez surcando los espacios aéreos.
12. Congregación de empresarios agropecuarios, res ovina fenecida.

13. A signos lingüísticos emitidos por laringes imprudentes, tímpanos carentes de sensibilidad auditiva.

¿Conoces alguna otra frase de estas características, o eres capaz de inventar alguna? Anímate a incorporarla en el comentario de esta página. O lo que es lo mismo: Motívate a publicarla en el espacio reservado a las aportaciones de los navegantes.

jueves, 5 de marzo de 2009

Una bacía, medio llena o medio vacía...

En el capítulo 21 de la 1ª parte Don Quijote y Sancho se encuentran con un personaje que lleva algo brillante en la cabeza:
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De allí a poco, descubrió don Quijote un hombre a caballo que traía en la cabeza una cosa que relumbraba como si fuera de oro, y aun él apenas le hubo visto, cuando se volvió a Sancho y le dijo:

—Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: «Donde una puerta se cierra, otra se abre». (…) Digo esto porque, si no me engaño, hacia nosotros viene uno que trae en su cabeza puesto el yelmo de Mambrino, sobre que yo hice el juramento que sabes. (…)

Es, pues, el caso que el yelmo y el caballo y caballero que don Quijote veía era esto: que en aquel contorno había dos lugares, el uno tan pequeño, que ni tenía botica ni barbero, y el otro, que estaba junto a él, sí; y, así, el barbero del mayor servía al menor, en el cual tuvo necesidad un enfermo de sangrarse, y otro de hacerse la barba, para lo cual venía el barbero y traía una bacía de azófar (es decir, de latón) ; y quiso la suerte que al tiempo que venía comenzó a llover, y porque no se le manchase el sombrero, que debía de ser nuevo, se puso la bacía sobre la cabeza, y, como estaba limpia, desde media legua relumbraba. Venía sobre un asno pardo, como Sancho dijo, y esta fue la ocasión que a don Quijote le pareció caballo rucio rodado y caballero y yelmo de oro, que todas las cosas que veía con mucha facilidad las acomodaba a sus desvariadas caballerías y malandantes pensamientos.

Y cuando él vio que el pobre caballero llegaba cerca, sin ponerse con él en razones, a todo correr de Rocinante le enristró con el lanzón bajo, llevando intención de pasarle de parte a parte; mas cuando a él llegaba, sin detener la furia de su c
arrera le dijo:
—¡Defiéndete, cautiva criatura, o entrégame de tu voluntad lo que con tanta razón se me debe !

El barbero, que tan sin pensarlo ni temerlo vio venir aquella fantasma sobre sí, no tuvo otro remedio para poder guardarse del golpe de la lanza sino fue el dejarse caer del asno abajo; y no hubo tocado al suelo, cuando se levantó más ligero que un gamo y comenzó a correr por aquel llano, que no le alcanzara el viento. Dejóse la bacía en el suelo, con la cual se contentó don Quijote, y dijo que el pagano había andado discreto (…). Mandó a Sancho que alzase el yelmo, el cual, tomándolo en las manos, dijo:

—Por Dios que la bacía es buena y que vale un real de a ocho como un maravedí.

Y, dándosela a su amo, se la puso luego en la cabeza, rodeándola a una parte y a otra, buscándole el encaje, y, como no se le hallaba, dijo:


—Sin duda que el pagano a cuya medida se forjó primero esta famosa celada debía de tener grandísima cabeza; y lo peor de ello es que le falta la mitad.

Cuando Sancho oyó llamar a la bacía «celada», no pudo tener la risa, mas vínosele a las mientes la cólera de su amo y calló en la mitad de ella.
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La bacía era una palangana que usaban los barberos, con forma semiesférica, con un reborde en el que se abría una muesca semicircular para que entrase en ella el cuello de quien se remojaba la barba en el agua jabonosa del cuenco. Se empleaba, además, para recoger la sangre, cuando los barberos practicaban sangrías. Aunque ahora ya no nos es familiar la forma de la bacía, al presentarse don Quijote con aquel recipiente en la cabeza provocaba en quienes lo veían la misma impresión que si llevase un colador o un embudo, elementos que suelen portar los locos en los dibujos humorísticos. Además, según dice don Quijote, era de una medida para una cabeza mayor que la suya, es decir, la llevaba bailando, para mayor guasa.

En todo caso, la bacía viene a ser un símbolo del perspectivismo; las cosas parecen muy diferentes según quién las mire. Dejemos que sea el propio don Quijote quien lo explique:
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Mira, Sancho, (…) eso que a ti te parece bacía de barbero me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa.
(1ª parte, cap 25)

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Esta teoría se demuestra en la “disputa del baciyelmo” (Capítulo 44 y Capítulo 45 de la primera parte). Los caminos de todos los personajes de la primera parte convergen en la venta – el equivalente de un bar de carretera actual – y discuten si la pieza de latón es bacía, yelmo, o baciyelmo.

El barbero expoliado reclama su bacía, pero se queda estupefacto cuando oye a los amigos de don Quijote (Fernando, Cardenio, el cura y el barbero de su pueblo) afirmar, con toda seriedad, que se trata de un auténtico yelmo. Una divertidísima escena que al final, se resuelve con una batalla campal como las de los saloones del oeste americano.

¡Hay que ver lo que da de sí una palangana!

Por cierto, hace un par de semanas visité Toledo y observé que en las tiendas de recuerdos para turistas se ofrecen numerosas bacías, hechas de acero. ¡Perdón! ¡Yelmos de don Quijote!

El aspecto de don Quijote


Ya dijimos que el Quijote es un libro de humor, y por tanto no debe extrañarnos que su protagonista tenga un aspecto estrafalario. A la descripción de nuestro caballero que figura en el capítulo I hay que añadir la que nos proporciona el capítulo 14 de la segunda parte, en boca del Caballero del Bosque o de los Espejos, bajo cuya identidad se esconde el bachiller Sansón Carrasco:


(…) Don Quijote, (…) es un hombre alto de cuerpo, seco de rostro, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos.

(2ª parte, cap. 14)


Para lanzarse a la aventura de ser caballero andante, recuperó de su trastero unas armas que habían pertenecido a sus antepasados y las puso convenientemente a punto:


Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo; pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada que, encajada con el morrión, hacían una apariencia de celada entera.

(1ª parte, cap. 1)



Es decir, que en pleno 1605, don Quijote se echó al camino con una armadura de cuando la campaña de los Reyes Católicos en Granada. El gran cervantista Martín de Riquer indica que quienes lo vieran se llevarían “una sorpresa similar a la que nos produciría a nosotros encontrarnos un personaje disfrazado de general carlista.”


Para colmo, su morrión o casco está incompleto, así que se construye una celada con cartón en el mejor estilo de la chapuza ibérica. La celada se obstruye en el momento más inoportuno, durante su estancia en la venta del capítulo II, lo que provoca que las rameras que allí anidan no puedan sacársela de la cabeza, dejando al caballero con gran dificultad para tomar la cena:


…jamás supieron ni pudieron desencajarle la gola, ni quitarle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y era menester cortarlas, por no poderse quitar los nudos; mas él no lo quiso consentir en ninguna manera y, así, se quedó toda aquella noche con la celada puesta, que era la más graciosa y extraña figura que se pudiera pensar;

(1ª parte, cap. 2)


Afortunadamente para nuestro héroe, en el capítulo 21 de la primera parte podrá sustituir su incómoda celada por un significativo botín de guerra: El yelmo de Mambrino. Aunque eso ya lo veremos mañana.


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He mencionado a Martín de Riquer, estupendo profesor y sabio filólogo, del cual os sugiero leáis esta entrevista donde comenta el Quijote con su particular erudición e ingenio.



miércoles, 4 de marzo de 2009

Mentiras de verdad


Cervantes, a lo largo del Quijote, se burla abiertamente de los autores de libros de caballerías que aseguraban la veracidad de sus relatos justificándolos con fuentes supuestamente fiables.

La historia del hidalgo manchego procede, según Miguel de Cervantes, de unos manuscritos escritos en árabe por el historiador musulmán Cide Hamete Benengeli, según nos cuenta en el capítulo IX de la primera parte. donde se explica el hallazgo de los cartapacios con los textos que permiten al narrador editor continuar el relato de la batalla con el vizcaíno:

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"Cuando yo oí decir «Dulcinea del Toboso», quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de don Quijote. Con esta imaginación, le di priesa que leyese el principio, y haciéndolo ansí, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo"

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La gracia del asunto es que los árabes, turcos y musulmanes tenían en la época una enorme fama de ser grandísimos mentirosos. Por eso ironiza Cervantes en el mismo capítulo nueve:

"Si a esta historia se le puede poner alguna objeción cerca de su verdad, no podrá ser otra sino haber sido su autor arábigo, siendo muy propio de los de aquella nación ser mentirosos; aunque, por ser tan nuestros enemigos, antes se puede entender haber quedado falto en ella que demasiado". (1ª parte, cap IX)

…………..

La ironía se maximiza en el capítulo 27 de la segunda parte. El mahometano Hamete jura ¡como católico! que lo que sigue es cierto. ¿Es un perjurio o una broma? Tal vez todo depende, una vez más, de cómo se miren las cosas:

"Entra Cide Hamete, cronista de esta gran historia, con estas palabras en este capítulo: «Juro como católico cristiano... ». A lo que su traductor dice que el jurar Cide Hamete como católico cristiano, siendo él moro, como sin duda lo era, no quiso decir otra cosa sino que así como el católico cristiano, cuando jura, jura o debe jurar verdad y decirla en lo que dijere, así él la decía como si jurara como cristiano católico en lo que quería escribir de don Quijote…" (2ª parte, cap 27)

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No deja de ser una mentira auténtica o una verdad falsa, según se mire.

Acerca de la identidad de Cide Hamete Benengeli, os recomiendo leer este artículo del un auténtico catedrático de árabe, Mahmud Sohb, que traduce aquel nombre como “Señor Miguel hijo del Ciervo”. La voz de Benengeli se identifica con la de Cervantes. De nuevo, las cosas no son lo que parecen, sino que parecen lo que son.

viernes, 27 de febrero de 2009

Don Quijote y la libertad


En los próximos días intentaremos apuntar algunos fragmentos breves del Quijote que nos animen a su lectura y nos ayuden a descubrir los muchos tesoros que contiene este libro. Anímate a enviar tu comentario o a proponer tu fragmento favorito del libro.

Comenzaremos por el elogio de la libertad que pronuncia don Quijote al salir del castillo de los Duques :
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-- La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo !

(Capítulo 58, II parte)



martes, 17 de febrero de 2009

Tirante el Blanco y Los siete libros de Diana


Otros de los pocos libros de don Quijote que se salvaron de la quema fueron Tirante el Blanco de Joanot Martorell y La Diana de Jorge de Montemayor. Así lo dice el capítulo sexto de “El ingenioso hidalgo…”

"Y, sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó al ama que tomase todos los grandes y diese con ellos en el corral. (…) Por tomar muchos juntos, se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era, y vio que decía Historia del famoso caballero Tirante el Blanco.

—¡Válame Dios —dijo el cura, dando una gran voz—, que aquí esté Tirante el Blanco! Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen. Con todo eso, os digo que merecía el que le compuso, pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto dél os he dicho.

—Así será —respondió el barbero—, pero ¿qué haremos destos pequeños libros que quedan?

—Estos —dijo el cura— no deben de ser de caballerías, sino de poesía.

Y abriendo uno vio que era La Diana de Jorge de Montemayor, y dijo, creyendo que todos los demás eran del mesmo género:

—Estos no merecen ser quemados, como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho, que son libros de entretenimiento sin perjuicio de tercero.

—¡Ay, señor! —dijo la sobrina—, bien los puede vuestra merced mandar quemar como a los demás, porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo estos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y, lo que sería peor, hacerse poeta, que según dicen es enfermedad incurable y pegadiza."

Aquí os dejo el trailer de la película "Tirante el Blanco" que rodó recientemente Vicente Aranda.


La ruina de Alonso Quijano: El Amadís de Gaula


La popularidad de los libros de caballería entre la población del siglo XVI era ciertamente desmedida. A falta de televisión u otros medios audiovisuales, se practicaba la lectura en grupo en voz alta de los libros, habilidad hoy ausente entre los escolares de la ESO. Francisco de Portugal relata, en 1670, la siguiente anécdota sucedida en un hogar donde seguían con gran interés las aventuras de Amadís de Gaula.
Vino un caballero muy principal para su casa y halló a su mujer, hijas y criadas llorando; sobresaltose y preguntoles muy acongojado si algún hijo o deudo se les había muerto. Respondieron ahogadas en lágrimas que no. Replicó más confuso:
-Pues, ¿por qué lloráis?
Dijéronle:

-Señor ,
¡ hase muerto
Amadís !
El impacto sería comparable al duelo que se desencadenó entre los seguidores del culebrón “Sin Tetas no hay paraíso” cuando murió el carismático personaje conocido como el Duque. Amadís de Gaula fue un gran héroe literario del siglo XVI, con un tirón comparable al de James Bond o Harry Potter. ¿Quién no deseaba abandonar el hastío cotidiano, la limitación de medios culturales, económicos o simplemente alimenticios, y echar la imaginación a volar?
Cuenta Cervantes que un terrateniente ocioso vendió parte de sus propiedades para comprar libros de caballerías con que combatir su aburrimiento. Poco tiempo después, unos furibundos críticos literarios expurgaron su biblioteca de lo que en su mayor parte eran libracos de poco fundamento. Entre los pocos libros que se libraron de la pira estaba precisamente el Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo. Así lo cuenta el manco de Lepanto:
"Y el primer libro que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura:
—Parece cosa de misterio esta, porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen deste; y, así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos sin escusa alguna condenar al fuego.
—No, señor —dijo el barbero—, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar.
—Así es verdad —dijo el cura—, y por esa razón se le otorga la vida por ahora. Veamos esotro que está junto a él.
—Es —dijo el barbero— Las sergas de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula.
—Pues en verdad —dijo el cura— que no le ha de valer al hijo la bondad del padre. Tomad, señora ama, abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer.
Hízolo así el ama con mucho contento, y el bueno de Esplandián fue volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba."

Pero esto, como veremos, forma parte de otra historia.
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Interesantísimo el enlace de la exposición organizada por la Biblioteca Nacional sobre Amadís de Gaula. No dejéis de ver este documento sobre los libros de caballerías creado para los estudiantes.

miércoles, 11 de febrero de 2009

A quién le importa

Por su interés, reproduzco aquí el texto del artículo que publica hoy Lorenzo Silva en el suplemento CAMPUS de EL MUNDO.

Este es el enlace a la publicación original.

A QUIÉN LE IMPORTA

No hace mucho, volví a ver a uno de mis profesores del bachillerato. Cuando me dio clase era joven, y por tanto sigue en activo. Lo recuerdo bien: era duro, pero buen enseñante, y los resultados que obtenía del alumnado podían considerarse bastante dignos. No era de esos docentes que se complacen en cargarse a toda la clase, con lo que más bien confirman su incapacidad para transmitir el conocimiento. Exigía, pero antes de hacerlo daba, y aprobaba siempre a más de la mitad.

Me contaba que días atrás había estado haciendo limpieza en el departamento y salieron de entre los papeles un montón de exámenes antiguos. Todos ellos suspendidos, y guardados en previsión de una posible reclamación por parte del alumno. A alguno le echó un vistazo y le extrañó lo que encontró. Porque aquellos ejercicios puntuados con un tres o con un dos eran en muchos casos mejores que los que ahora califica con aprobado y hasta bastante por encima del cinco. Comprobó, así, cuánto había bajado el listón de su exigencia. E indirectamente, añade éste que recoge y cuenta su pequeña historia, cómo se ha deteriorado el nivel de conocimientos de los alumnos que están en los cursos superiores de la enseñanza secundaria, es decir, los universitarios de ya mismo.

Pero este retroceso tan dramático en el curso de apenas una generación, que debería ser una de las máximas frustraciones de una sociedad (y más de la nuestra, donde el déficit de formación nos pasa la penosa factura de un bajo nivel de innovación y una baja productividad, que nos dejan sobreexpuestos e inermes frente a las coyunturas adversas como la que ahora tenemos encima), no parece importarle a nadie. El debate educativo en este país se centra, como es lógico, en otras cosas más perentorias y trascendentales, a saber: 1. Si debe ser extirpada del sistema o privilegiada más o menos tal o cual lengua de las que aquí se hablan (cuando parece que lo sensato, sin darle muchas más vueltas, sería que todas tuvieran garantizada una presencia acorde con la demanda social de sus hablantes). 2. Si deben transmitirse a los alumnos unos contenidos éticos de tal o cual orientación (cuando diríase que con enseñarles la historia del pensamiento moral y los valores constitucionales, sin más decoración ni exégesis, debería bastar y no habría de ofender a nadie). 3. Si las aulas deben convertirse en centros de adoctrinamiento religioso financiado por el contribuyente y respaldado por la coacción de una nota computable que induzca al prosélito a tomarse en serio la adquisición de la fe en cuestión (cuando las creencias religiosas, como asunto privado y personal que son, más bien demandan su cultivo y aliento en el entorno familiar y particular de cada cual, sin perjuicio de que todos tengan oportunidad de familiarizarse con aquello que de las religiones constituye acervo cultural de la comunidad).

De que los chavales sepan cada vez menos, en cambio, nadie se preocupa. No hay manifestaciones, ni objeciones de conciencia, ni ásperos debates. A lo mejor es que la ignorancia a todos conviene.

Lorenzo Silva. EL MUNDO, 11 febrero 2009

domingo, 18 de enero de 2009

La clase. Una película de Laurent Cantet

El sábado a la noche, en vez de ir al cine, me fui otra vez a la clase… No era el único profesor en la sala; claramente se notaba que casi un tercio de los espectadores pertenecían al gremio docente.

Se trata de una película francesa, a medias entre el documental “reality” y el drama de ambiente escolar. En cuanto a realismo, no se le puede pedir más: está interpretada no por actores profesionales, sino por profesores y estudiantes que en la mayoría de los casos encarnan se interpretan a ellos mismos, conservando incluso su propia identidad, como atestiguan los créditos finales.



Por otra parte, no hay ni rastro del optimismo buenista que suele edulcorar las películas de tema educativo: Los chavales, por muy víctimas que sean, no se esfuerzan ni por aprender, ni por convivir, ni por ser simpáticos. Los profesores son unos pobres diablos estresados que lidian como pueden con una tarea más bien ingrata, y, claro, a veces se pasan “un huevo”. La junta directiva está más preocupada por la máquina de café que por los problemas reales de alumnos y profesores. Los padres – agobiadísimos por sus propios apuros socioeconómicos – parecen mostrar un escaso interés por la educación académica de sus hijos y no se dan cuenta de lo que les sucede ni cuando ya es demasiado tarde. La escuela no atiende a las necesidades reales de los alumnos multirraciales, está desprovista de suficientes medios y más que lugar de educación es un depósito de adolescentes a la espera de no saben qué.

Troppo vero”, demasiado realista. No hay fórmulas mágicas de la Escuela de Hogwarths, ni terrones de azúcar de Mary Poppins, ni siquiera la transfiguración mediante la literatura que podían lograr los egregios profesores Sydney Poitiers (de Rebelión en las Aulas) o Robin Williams (de El club de los poetas muertos). No aparece en la película ni una sola navaja o pistola, pero el espectador abandona la sala muy impresionado, con graves reflexiones sobre lo que sucede en los institutos de nuestra sociedad europea. Porque, matiz arriba o abajo, el liceo parisino retratado no es muy diferente de los IES de Alcalá de Henares o de Alcalá de Guadaira.

Este es el mérito de La clase: colocar un espejo veraz en un aula y llegar al espectador con mayor intensidad de lo que lo pueden hacer los telerreportajes de Callejeros o España Directo. Se ha dicho de ella, negativamente, que es antipedagógica, que no ofrece soluciones. No seré yo quien lo niegue, pero es que la función del cine, de la literatura o del periodismo no es proponer soluciones, sino despertar inquietudes.

Para alcanzar este resultado, el director Laurent Cantet ha tenido que echar mano de una buena planificación, sacando todo el partido de la cámara en el claustrofóbico espacio del aula, y de unos diálogos muy medidos que condensan todos los agobios que viven alumnado y profesorado. Los muchachos están perfectos en sus interpretaciones: no siempre es fácil representarse a uno mismo y resultar espontáneo. Menos afortunado el profe prota, (François Begaudeau, profesor y autor de un libro que ha inspirado la película) que a veces resulta demasiado distante en su papel.



No hay aparentemente argumento o trama, salvo el resumen acelerado de lo que hacemos en los nueve meses de un curso que a todos se nos pasan volando. Los personajes no parecen cambiar y sobreviven en un permanente estado de aburrimiento o perplejidad. Y sin embargo no se hace larga. Real como la vida misma.

Es conmovedora la interpretación de la muchacha que al final de la cinta afirma llorosa no haber aprendido nada durante el curso, a diferencia de sus compañeros. Ojalá que a nadie le pase nunca más lo mismo que a esta víctima silenciosa.

martes, 13 de enero de 2009

El sistema de citas Harvard

Hoy estuvimos comentando en clase el sistema de citas Harvard, que es necesario emplear en nuestro próximo trabajo sobre La Celestina.

En todos los trabajos académicos de nivel de Bachillerato o Universidad se hace necesario incorporar citas tomadas de libros o fuentes escritas, que se emplean como apoyo o justificación de la investigación.

Pero al mismo tiempo es obligatorio diferenciar claramente entre lo que el estudiante redacta y las citas de otros autores, y también hay que identificar las páginas de donde se ha tomado la referencia, a efectos de su comprobación.

Anteriormente esto solía resolverse mediante notas a pie de página, que dificultaban mucho tanto la redacción como la lectura del trabajo. Como solución sencilla, práctica y rápida se emplea el sistema de citas Harvard, que toma su nombre de la universidad estadounidense donde se popularizó.

El sistema Harvard presenta las citas dentro del texto del trabajo, utilizando tres datos fundamentales: Apellido del autor, año de publicación y página.

Ejemplos de presentación de citas con el sistema Harvard:

1. Cita con palabras textuales tomadas directamente de la fuente.

En opinión de Dámaso Alonso (1962:519), Quevedo es “el más alto poeta de amor de la literatura española”.

2. Cita con parafraseo, en la que se resumen las ideas del texto original.

Jauralde (1999: 899-924) ha estudiado con detalle el desarrollo de la enemistad entre Quevedo y Góngora, que parece haberse iniciado por los celos del cordobés sobre el joven Francisco, quien imitaba los poemas gongorinos ridiculizándolos.


Por supuesto, es necesario incluir los títulos completos de los libros consultados en la BIBLIOGRAFÍA al final del trabajo.

El listado de referencias debe ordenarse alfabéticamente por el apellido del autor. Los títulos de los libros se destacan con letra cursiva o itálica.

El orden de los datos es el siguiente:
Apellido del autor, Inicial del nombre del autor, (año de publicación de la primera edición). Título del libro. Ciudad de publicación. Editorial.

Las fuentes de las dos citas anteriores son:

Alonso, D. (1962). Poesía española. Madrid, Gredos.

Jauralde Pou, P. (1999). Francisco de Quevedo. Madrid, Castalia.