miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mi felicitación para esta época...


¡Feliz solsticio!
¡Feliz vicio!
¡Feliz Navidad!
¡Feliz sincronicidad!

¡Feliz año!
¡Feliz baño!
¡Felices fiestas!
¡Y felices siestas!

Buen rollito y mucha paz
para la gente de buena voluntaz.
Y en el año 2011,
por lo menos, ¡la medalla de bronce!

En definitiva, muchas felicidadez
os desea vuestro amigo Jaime González.

martes, 21 de diciembre de 2010

jueves, 16 de diciembre de 2010

Federico García Lorca y Enrique Morente

La guitarra (Federico García Lorca)

Empieza el llanto

de la guitarra.

Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil
callarla.
Es imposible
callarla.
Llorra monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

Impresionante ver a Estrella Morente llorando como la guitarra de Federico, como la guitarra de Enrique...

jueves, 2 de diciembre de 2010

Verbos predicativos: Un nuevo enfoque

El otro día en clase tuve que ponerme a saltar, cantar, jugar, correr y cantar mientras un alumno voluntario era, estaba o parecía alto. Una de tantas actuaciones estentóreas pero tempestivas a las que nos obliga el oficio.

Quise ilustrar la diferencia entre verbos predicativos (los que expresan acción por parte del sujeto) y verbos copulativos (los que únicamente sirven para unir el sujeto con su cualidad, llamada atributo).

Me lo podía haber ahorrado si llego a ver antes esta campaña de publicidad por internet.
(Pincha en el enlace para verla)

Es una campaña de publicidad viral para una conocida marca de correctores en seco. Al pinchar en el enlace, aparece una pantalla de Youtube con el titular

"Un cazador dispara a un oso"

El cazador decide perdonar la vida al oso y borra con el corrector la palabra "dispara". A continuación nos anima a reescribir la historia escribiendo un verbo en infinitivo o en presente de indicativo. Cuantos más verbos escribas, ¡ más te divertirás !

Además de los que yo puse en práctica en la clase, hay algunos muy divertidos: Cocinar, comer, beber, dormir, jugar fútbol, jugar, fotografiar, trabajar, bailar... y los que expresan actividad sexual, también, claro está. La lista de posibilidades es larguísima...

Una campaña de publicidad muy creativa y muy divertida. Para que luego anden diciendo que la lengua es aburrida. ¡Anímate a probarla y deja tu comentario!

viernes, 12 de noviembre de 2010

También Herman Melville se bloqueaba


Nunca es fácil empezar a escribir. Llamadme Bill. No. Llamadme Al. No. Llamadme Larry. No. Llamadme Roger. No. Llamadme Warren. No. ¿Cómo diablos se llamaría el tipo? Y lo que es más importante: ¿Por qué rábanos tiene que venir a contarme no sé qué mandanga de una ballena blanca?

Ese es el fallo de muchas obras literarias. ¿Qué objeto tienen? ¿Sirven para algo o solo para que su escritor haga un poco de purga de sus interioridades?

Empezar no es sencillo; también le pasaba a Cervantes. En un lugar de la Alcarria... No. En un lugar de Galicia... no. En un lugar de Navarra... No.

Afortunadamente, luego se le pasó el bloqueo y le salió todo de un tirón.

(La viñeta es del gran Gary Larson, "The far side gallery 2")

viernes, 22 de octubre de 2010

El rock del palíndromo

¡Me encantan los palíndromos! Ya sabéis, esas frasecillas que se leen igual de izquierda a derecha o a la inversa: Dábale arroz a la zorra el abad.

Por eso me ha fascinado descubrir en Internet esta canción de Weird Al Yankovic: Bob. Se trata de una parodia de las canciones que solía cantar el joven Bob Dylan, en la que además toda la letra está formada por palíndromos. Echadle un ojo:



Me ha gustado tantísimo, que me he parado a pensar si podría componer una canción con palíndromos en español. Y aquí tenéis el resultado.

Pero como a mí me tira más Elvis que Dylan, la melodía de base es la de That's alright, mama. Deja un comentario si te gusta.


ESO SÉ, ANA, ESO SÉ

Yo no doy rosas,
oro no doy.
No deseo ese don:
yo hago yoga hoy.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.

Oso acata Ley,
y él ataca oso.
Se laminan animales:
¿Somos o no somos?

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Salta Lenin el Atlas:
la ruta natural.
A cavar, a Caravaca;
la moral, claro, mal.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Anás uso tu
auto,
Susana.
Así le ama Elisa
y
Ana la galana.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Adán no cede con Eva,
y Yavé no cede con nada.
Adán no calla con nada:
Átale,
demoniaco Caín, o me delata.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Anita lava la tina.
Se es o no se es:
Anita, la gorda lagartona,
no traga la droga latina.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.




(c) Jaime González 2010

Anita Ekberg, la lagartona, lavando la tina en Roma:


jueves, 7 de octubre de 2010

Cómo hacer literatura a partir de un viaje en autobús

Pero, ¿qué es eso de la Literatura? ¿Dónde radica su gracia? ¿Y por qué se presenta de tantas maneras diferentes?

Preguntas nada sencillas de responder. Cualquier suceso puede ser la base de un relato, un poema, una novela, un chiste o una conversación cotidiana.

Si el asunto tiene suficiente enjundia - la guerra de Troya, pongamos por caso - parece que es más fácil que la obra literaria tenga cierto valor. Pero no necesariamente.

Por contra, ciertos escritores son maestros en hacer literatura de los sucesos pequeños y cotidianos. Y ahí es donde se ve si alguien tiene talento para escribir o no.

Un ejemplo. Azorín solía recibir en la redacción del ABC visitas de jóvenes aspirantes a escritores que le pedían un puesto en el diario. Dejando a un lado los escritos y documentos que llevasen, el maestro le pedía al aspirante que antes le hiciese por cortesía el favor de bajar a comprarle cerillas o papel de fumar al estanco de la esquina. Cuando el desconcertado jovenzuelo regresaba con el recado en la mano, Azorín le decía:

- Haga usted el favor de ponerme por escrito lo que ha visto, lo que le ha pasado en este ratito.

Con lo que se servía para hacer la criba.

¿Qué hubiera pasado si Azorín hubiese coincidido con Raymond Queneau? Este curioso poeta, escritor y periodista, escribió de 99 maneras diferentes una anécdota mínima que le sucedió en un autobús de París. Después las reunió en un volumen llamado Ejercicios de Estilo.

Échenle un vistado a la presentación de aquí debajo. Y después me cuentan si hace falta armar la de Troya para hacer Literatura.

sábado, 28 de agosto de 2010

Una lección de cine y de vida


Toy Story 3, la última producción de los estudios Pixar, es una magnífica lección de cine que divierte, entretiene y emociona a públicos de todas las edades. Estamos acostumbrados a que las películas de Pixar presenten una perfección técnica asombrosa, a la que difícilmente pueden compararse las producciones de otros estudios. Pero en este caso, además de su excelente animación y montaje, la película transmite una historia repleta de enseñanzas y valores que no son frecuentes en la mayoría del cine actual.


Cuando John Lasseter se planteó el primer largometraje de Pixar eligió una historia de juguetes principalmente por motivos técnicos. Sus ordenadores todavía no estaban preparados para crear animaciones aceptables de personas o animales, aunque sí podían crear una animación aceptable con monigotes que tuviesen el aspecto de juguetes. Así nacieron el sheriff Woody y el astronauta Buzz Lightyear, rivales en un principio por el cariño de su dueño Andy, pero que pronto aprenden el valor de la amistad, la cooperación y el liderazgo sensato. El público no tuvo problemas en aceptar que los juguetes de un niño cobraran vida en el momento en que nadie los miraba. Así nació Toy Story (1995), que con el paso de los años tuvo continuidad en Toy story 2 (1999) y hoy forma la trilogía que se cierra con Toy Story 3.


Unos juguetes muy vivos

Los juguetes de Andy están vivos, sí, pero su vida es muy diferente a la del común de los mortales. Para empezar, podríamos calificar su vida de interior, pues no les es dado interactuar directamente con la gente y con el mundo en que vivimos. En presencia de los humanos, toman un aspecto inerte que abandonan tan pronto como las personas desaparecen de su vista. Pero su aparente apatía no les impide desarrollar una rica personalidad interior, suma de su aspecto físico y de las opiniones de su dueño, así como de sus propias elecciones.


En la construcción de su personalidad y de su yo, cada juguete afronta distintos retos: Rex es un tiranosaurio ávido de resultar fiero sin conseguirlo jamás, el matrimonio Patata se aferra a los clichés de la respetabilidad para hacer olvidar su ridículo aspecto, y la intrépida vaquera Jessi solo se estremece cuando recuerda el abandono por su anterior propietaria, lo que la vuelve recelosa hacia Andy.


Algunos andan más avanzados que otros en su descubrimiento de sí mismos. Los trillizos del planeta Pizza parecen muy limitados en su capacidad de raciocinio y de distinguirse como seres individuales. Los soldaditos del batallón verde de Sarge tienen por cierto que lo suyo es obedecer órdenes y marchar batalla tras batalla hasta el destino final. Uno que lo tiene muy claro – o está bastante neurótico, según se mire – es el erizo señor Pricklepants, que está convencido de que interpreta un papel en el calderoniano teatro de su ama, aplicándose con esmero en el Método Stanislavsky. El sheriff Woody está anclado en los valores de un mundo antiguo, heroico y pretérito, olvidado por todos, incluso por él mismo (Fueron Jessi y el Buscador Pete quienes le ilustraron sobre sus orígenes en la segunda entrega, pero Woody prefirió enterrar definitivamente su pasado).


En cuanto a Buzz, parece lastrado por la nostalgia de un futuro aún lejos de llegar. Metáfora del homo electrónicus dependiente de la tecnología, protagonizó una de las más memorables anagnórisis en la primera película, al constatar que no era un héroe galáctico sino un artículo de consumo de la era del plástico. En la segunda película Buzz Lightyear tuvo además que asumir que no era una pieza única como su amigo Woody, sino un producto idéntico a otros miles de juguetes, todos ellos hijos clonados del malvado emperador Zurg. Por si fuera poco que aceptar, en la tercera parte a Buzz le juega una mala pasada su chip interno, que le transforma en un producto para otro país tras una pulsación del botón de reinicio. Afortunadamente para nosotros, al nuevo Buzz le sienta de maravilla la reprogramación al español. Incluso Jessi confiesa al final de la película que sabe el lugar exacto donde hay que pulsar para poner flamenco a Lightyear, la muy pícara.




Estos juguetes tan dolorosamente vivos tienen, además, una característica envidiable a primera vista: No envejecen. No es que sean inmortales, pues su envoltorio físico está sujeto a todos los efectos de la impenetrabilidad de los cuerpos. La abrasión, el corte, el impacto o la combustión pueden transformar un bonito juguete en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. Al igual que los robots de Asimov, deben cuidar de su propia conservación en segunda instancia, pues su primera ley los obliga, ya sabemos, a mostrarse inertes en presencia de humanos.


La tercera ley que siguen los juguetes es la búsqueda de la felicidad a través del amor de su dueño. Para cada juguete, los minutos más dichosos de su vida son aquellos empleados en intervenir en los juegos fantásticos de su propietario. La secuencia inicial de TS3 deja bien claro que ni las más espectaculares producciones de Hollywood pueden competir con los juegos de los niños, en donde las leyes de la física, la lógica y lo real quedan supeditadas a la aventura, la fantasía y la poesía más libres y alucinantes.


Así las cosas, no es de extrañar que los juguetes deseen por encima de todo la presencia y cercanía de su dueño, de su amor. Su ausencia les produce casi tanta desazón, o más, que la muerte presentida y presenciada en la carne – en el plástico – de algunos compañeros de juego que en la tercera entrega ya no habitan en casa de Andy y cuyo paradero es una incógnita. ¿Dónde están la tierna pastora y sus ovejas que solía proteger Woody? ¿Dónde el mudo luchador llamado Rocky? ¿En qué kilómetro se le quebraron las ruedas al simpático coche radiocontrolado? ¿Cuál fue el último dibujo de Sketchy? ¿Cómo soporta el sargento de polietileno el oficial que nunca dejó abandonado a un hombre – que su otrora nutrido regimiento haya sido diezmado hasta tres soldados? Ubi sunt?


Posiblemente en ninguna otra película de animación se ha mostrado la angustia de la muerte con la intensidad que se hace en TS3, que además acierta al enseñar la valentía y dignidad en evitarla, y si es el caso, aceptarla. La secuencia del basurero, cuando Woody y sus amigos, seguros de su muerte inminente, entrelazan sus manos con la serenidad de un Sócrates, es un aprendizaje tan valioso y emocionante para el espectador de cualquier edad como lo eran en su tiempo las tragedias griegas.


Amor y muerte, los viejos polos de interés literario. Los juguetes de Andy viven esa permanente angustia entre la urgencia por gozar del juego, del amor, y huir de su destino anunciado. Y aquí es donde el don de la eterna juventud se convierte en un regalo envenenado. Pues Andy crece y madura a una velocidad inalcanzable para la pandilla de plástico, que aunque junte la sabiduría de muchos años jamás podrá acompañar a su dueño a la universidad. No podrán envejecer juntos, que es el consuelo que se prometen los amantes para cuando su pasión se enfríe. En el mejor de los casos, Andy los guardará en una caja de cartón y los enviará a un futuro incierto en el desván del olvido, tan largo y tan frío que parece una muerte a plazos. A lo peor, serán donados a la guardería del barrio, donde jamás volverán a ver a quien fue dueño de sus sueños.


Esta es la alternativa a la que se enfrenta la tropa de Buzz, Jessi y Woody al principio de TS3, pero el ritmo de la narración rápidamente los encamina hacia la guardería Sunnyside, un jardín de infancia donde tienen que aprender sobre la marcha la misma lección que todos los parvulitos: Cuidado con ese niño.




Un grito de libertad

En realidad, en esa guardería los juguetes aprenden lo que a muchos les cuesta años: Primero, que conviene ser selectivo con las relaciones; y segundo, que las normas pregonadas de cada organización social suelen ser manipuladas por la oligarquía dominante en beneficio propio. Woody y los suyos ya han aprendido en las primeras dos entregas que son débiles, de identidad dudosa y mortales. Ahora decidirán que además, quieren ser libres.


Su ansia de elegir su propio destino les impulsa a trazar un plan de fuga de la guardería-prisión a la altura de las mejores evasiones de la historia del cine. En busca de la libertad, los juguetes afrontan a través de un montaje trepidante riesgos de muerte, de tortura y hasta de deconstrucción (¡Ese señor Patata que va buscando un pepinillo donde clavar sus piezas!). La inesperada Marianne de esta revolución es la curvilínea muñeca Barbie, que se nos antoja más guapa que nunca en el momento en que citando a John Locke proclama: “¡La autoridad debería derivarse del consentimiento de los gobernados, no de la amenaza del uso de la fuerza!”


Acabada la Odisea y retornados felizmente a casa, Woody y los suyos comienzan una nueva etapa de su existencia. Aprovechando el conocimiento obtenido en su viaje, empiezan a hacer uso de su recién conquistada libertad y eligen lo más sabio: Dejar partir a Andy hacia nuevos horizontes, donde pueda crecer sin las limitaciones de la infancia. Woody sabe que un juguete en la universidad sería un estorbo para Andy, y también sabe las tardes que jugaron juntos permanecerán tan indelebles dentro de él como el nombre del amado que lleva torpemente escrito en la suela de su bota.


Eligiendo su destino, Woody se permite por una vez una pequeña transgresión de las leyes de los juguetes que nos conduce a la última escena de la película, tan grandiosa como la inicial. Gracias a Woody, Andy comprende que tan importante como el amor es el desapego, y así se transforma en un ser tan generoso que es capaz de regalar no sólo lo que le sobra, sino lo que más quiere y más le pertenece. Cuando Andy regala a Woody se está regalando él mismo. Es imposible no emocionarse cuando Andy intenta describir al sheriff en el que ha proyectado sus ideales de amistad, rectitud y heroísmo, y, al faltarle las palabras, dice: “Este es Woody. Woody… bueno, Woody nunca decepciona a nadie.” En ese momento, comprendemos que ni Woody ni Andy serían como son de no haberse tenido el uno al otro. Tras la última y deliciosa tarde de juego compartido, Andy sale de puntillas del cuarto de juegos y cierra cuidadosamente la puerta de su infancia. Woody permanecerá allí ayudando a crecer a otros niños, al menos mientras las costuras le aguanten.


Ya hay al menos una generación de niños, los nacidos hacia 1991, que fueron a la guardería con Toy Story, al colegio con TS2 y a la universidad con TS3. Supongo que tanto ellos como sus padres – entre los que se cuenta quien esto escribe – son los principales beneficiarios de las alegrías, emociones y enseñanzas que proporciona esta tercera entrega de las aventuras de Buzz y Woody. Porque las historias y las películas nos enseñan a elegir nuestros pasos en la vida, pero posiblemente las mejores de todas ellas son las que nos muestran que el amor y la amistad, la libertad y la aventura son los mejores antídotos contra la angustia y el miedo. En ese sentido, y en muchos otros también, Toy Story 3 es una buena película.

Jaime González

martes, 20 de abril de 2010

Homenaje al libro (III)


Posiblemente ningún poema en castellano ha expresado mejor que este el amor por los libros, la lectura y el estudio. Se lo debemos al talento de Francisco de Quevedo.

Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,

vivo en conversación con los
difuntos,
y escucho con mis ojos a los muerto
s.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.


Las grandes almas que la muerte ausenta,

de injurias de los años vengadora,
libra, ¡oh gran don Joseph!, docta la imprenta.

En fuga irrevocab
le huye la hora;
pero aquella el mejor cálculo cuenta,
que en la lección y estudios nos mejora.

domingo, 18 de abril de 2010

Homenaje al libro (II)

Si el libro nos resulta asombroso por sus prestaciones, es que sabemos leer convenientemente.

Aún hay muchas personas a quienes les produce pánico enfrentarse a un libro sin ilustraciones... o que lamentan que no haya un botón de "play". Pero esto no es algo exclusivo de nuestra época; siempre ha habido quien sufre de aversión a los libros.

También el modo de leer ha cambiado a lo largo de los siglos. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) despertaba sopresa y recelo entre sus compañeros porque era el único que leía en silencio, sin vocalizar a viva voz.

Una buena actitud mental, con el grado necesario de interés y sana curiosidad, es un buen punto de partida para disponerse a leer. Si no, siempre encontraremos excusas para abandonar la lectura, como le pasa al personaje de este video...

viernes, 16 de abril de 2010

Homenaje al libro (I)


Ya tenemos encima la semana cervantina y el día del libro. Quiero incorporar en las próximas entradas pequeños elogios del libro y que inciten a la alegría de la lectura. Abro la serie con un texto del gran Isaac Asimov, que en este artículo de los años ochenta comparaba al libro contra el videocasete. ¿Quién saldrá mejor parado...?

--------------------------------------------------

(...) Cabría imaginar un videocasete miniaturizado que estuviese siempre perfectamente ajustado; que empezara a funcionar en cuanto uno lo mirara; que se parara en cuanto uno dejara de mirarlo; que pudiera avanzar o retroceder deprisa o despacio, a saltos o con repeticiones, a placer del usuario. Qué duda cabe que ése es el aparato de nuestros sueños: un videocasete que puede contener información sobre infinitos temas; que es autónomo, manejable, de escaso consumo de energía, perfectamente privado y sometido en gran medida al control de la voluntad. ¿Será solo un sueño? ¿Tendremos algún día un videocasete así? La respuesta es un sí rotundo. No es que lo vayamos a tener algún día, es que lo tenemos ya; para ser más exactos: existe desde hace siglos. El ideal que he descrito es la palabra impresa: el libro, la revista, un objeto ligero, privado y manipulable a voluntad.

¿Piensa usted que el libro, a diferencia del videocasete, no produce sonido e imágenes? Pues se equivoca.

Es imposible leer sin oír las palabras en la mente y sin ver las imágenes que producen. Y con la ventaja de que son sonidos e imágenes propios, no inventados por otros. Las imágenes y el sonido que ofrecen todos los demás medios de entretenimiento son “congelados”, y tienen un nivel de detalle que mejora con el avance de la tecnología. El resultado es que los medios exigen cada vez menos del usuario. Incluso se insertan cuñas musicales y risas pregrabadas para facilitar determinadas emociones en el cliente sin esfuerzo de su parte. La persona a quien le cuesta leer (y a la mayoría le cuesta) recurrirá a estos productos “congelados”, y seguirá siendo un espectador pasivo.

La palabra impresa, por el contrario, presenta un mínimo de información. Todo lo demás tiene que ponerlo el lector: la entonación de las palabras, la expresión de los rostros, la acción y el escenario han de ser extraídos de estas sartas de símbolos en blanco y negro. El libro es una empresa compartida entre el escritor y el lector, como ninguna otra forma de comunicación puede serlo.

Si usted pertenece a esa pequeña y afortunada minoría para quienes la lectura es fácil y agradable, el libro, en cualquiera de sus manifestaciones, le será irreemplazable e indestructible, porque exige participación. Por agradable que sea el papel de espectador, participar siempre es mejor.

Isaac Asimov

lunes, 5 de abril de 2010

El universo en que vivimos

Como docentes, estudiantes, humanistas, curiosos o simplemente, seres humanos, es nuestra obligación maravillarnos ante todo lo que nos rodea y el universo que nos envuelve. Todo es interesante, de todo podemos aprender, ante todo hay que reflexionar.

En 1977 se lanzó desde nuestro planeta la sonda espacial Voyager I. Su interior contenía - y contiene todavía, a millones de kilómetros de nuestra casa - un mensaje en nombre de las Naciones Unidas que dice:

"Salimos de nuestro sistema solar hacia el universo buscando únicamente paz y amistad; para enseñar si se nos solicita; para aprender si somos afortunados."

Maravillémonos. Aprendamos.

Qué poquita cosa somos, ¿verdad? Mañana empiezan las clases. No es un asunto tan grave después de todo.

martes, 16 de marzo de 2010

Demasiados Préstamos

Eso es lo que dicen que ha causado la presente crisis económica. Demasiados préstamos.


Claro que los préstamos léxicos, como decíamos la semana pasada, no tienen consecuencias económicas. En todo caso pueden llevar a un empobrecimiento expresivo. O al ridículo que provocan todos los abusos y exageraciones.


Lo que sigue es una canción de los uruguayos El Cuarteto de Nos, compuesta precisamente con un abuso hiperbólico de extranjerismos para producir un efecto humorístico. Tanto el video como la letra retuercen las palabras y las imágenes para producir la sorpresa y sonrisa del oyente. Fijaos qué cosas suceden Yendo a la casa de Damián.





La transcripción de la letra se adjunta a continuación en la sección "Comentarios". Deja el tuyo si te gusta.

sábado, 13 de marzo de 2010

Delibes y sus tordos


Aunque sea ley de vida, aunque estuviese anunciado, aunque ya no desease vivir, todos lamentamos la muerte de Miguel Delibes y recordamos las emociones que nos ha regalado la lectura de sus libros. Mi elogio fúnebre es necesariamente humilde y escasamente imaginativo: Me siento como Daniel, el Mochuelo, el día que enterraron a Germán, el Tiñoso, junto con un tordo a modo de ajuar funerario.


Daniel, el Mochuelo, sentía aquel día las campanas de una manera especial. Se le antojaba que él era como uno de los insectos que coleccionaba en una caja el cura de La Cullera. Se diría que, lo mismo que aquellos animalitos, cada campanada era como una aguja afiladísima que le atravesaba una zona vital de su ser. Pensaba en Germán, el Tiñoso, y pensaba en él mismo, en los nuevos rumbos que a su vida imprimían las circunstancias. Le dolía que los hechos pasasen con esa facilidad a ser recuerdos; notar la sensación de que nada, nada de lo pasado, podría reproducirse. Era aquélla una sensación angustiosa de dependencia y sujeción. Le ponía nervioso la imposibilidad de dar marcha atrás en el reloj del tiempo y resignarse a saber que nadie volvería a hablarle, con la precisión y el conocimiento con que el Tiñoso lo hacía, de los rendajos y las perdices y los martines pescadores y las pollas de agua. Había de avenirse a no volver a oír jamás la voz de Germán, el Tiñoso; a admitir como un suceso vulgar y cotidiano que los huesos del Tiñoso se transformasen en cenizas junto a los huesos de un tordo; que los gusanos agujereasen ambos cuerpos simultáneamente, sin predilecciones ni postergaciones.

(El camino, capítulo 20)


¿Volverá a hablarnos alguien con la precisión y el conocimiento con que Delibes lo hacía, de los rendajos y las perdices y los martines pescadores y las pollas de agua, de las gentes y campos de Castilla, de la caza y los cazadores, de niños que parecen más sensatos que los adultos y más locos que los niños, del estremecimiento que nos provoca la muerte de nuestras personas queridas, de la conciencia irremediable de que hay una hoja roja en el libro de nuestra vida?


Delibes, cazador de palabras. Las palabras son pájaros que se nos escapan cuando queremos capturarlas. Miguel, como Daniel, el Mochuelo, tenía un infalible tirachinas al que no se le resistía tordo ni vocablo alguno. Aunque hacía años que no había escrito ningún libro completo, en el ajuar funerario de sus bolsillos llevaba tordos que estaban aún pendientes de escribirse y que ahora podrá compartir, en todo caso, con su querida Ángeles.


Se fue Delibes, como Germán, el Tiñoso. A nosotros, afortunadamente, nos quedan sus libros. Leerlos es el mejor homenaje que podemos hacerle. Legárnoslos es la mejor obra de caridad que Miguel nos hace.

domingo, 7 de marzo de 2010

¿Me prestas una palabra... amigo?

El pasado viernes estuvimos viendo en clase unos préstamos muy curiosos: los préstamos léxicos, que – a diferencia de los bancarios – no devengan intereses y que tampoco tienen compromiso de devolución. Menos mal, porque de otra forma habrían peligrado las amistades internacionales…

Llamamos préstamos léxicos a palabras procedentes de otras lenguas que se incorporan, con o sin modificaciones, a la nuestra para ampliar el repertorio léxico. A poco que indagamos se descubre que en español y en las demás lenguas son numerosísimos. A continuación veamos un pequeño muestrario:

Arabismos: aceite, almacén, cifra, gacela, jarabe.
Anglicismos: fútbol, córner, récord, penalti, gol.
Galicismos: gabinete, dama, galleta, peaje, jardín.
Italianismos: gaceta, novela, soneto, partitura, soprano.
Lusismos: buzo, caramelo, mejillón, vigía, pleamar.
Germanismos: níquel, cuarzo, cinc, búnker.
Indigenismos americanos: cacique, huracán, tiza, piragua, canoa.

Un alumno me planteó una pregunta interesante: ¿Cuáles son las palabras que hemos prestado del español a otros idiomas?

El mayor grupo de palabras que hemos exportado son, a su vez, préstamos de los idiomas americanos precolombinos: Tomate, patata, aguacate, cacahuete, maíz, cacao, tabaco, cigarro, puma, llama, caimán, cóndor, canoa, huracán, y mi preferido de todos ellos: Chocolate. También vainilla, por cierto, aunque esta palabra es una voz 100% hispana.

(No incorporo aquí, por razones de brevedad, la forma en que se escribe en cada idioma. Por ejemplo: Vainilla, da en inglés vanilla, en alemán Vanille, en francés y holandés vanille, en italiano vainiglia y en portugués baunilha)

Otro grupo importante pertenece al campo ideológico de la lidia taurina: Corrida, aficionado, banderilla, picador, matador y toreador. Aunque aquí usemos más la forma torero.

En el campo militar nos encontramos: Guerrilla, guerrillero, embargo, armada, flotilla y vigilante.

En la gastronomía: Tortilla, calamares, gazpacho, paella, escabeche, tapas, cafetería. Y los mexicanísimos tacos, burritos, tamales, nachos y tortillas. Acompañados de salsa y tequila.

En el deporte solo he encontrado uno, pero muy significativo: Goleador.

Tres palabras muy internacionales, sonoras y curiosas: Fiesta, siesta y gusto. (Acepción 5 del DRAE: Facultad de sentir o apreciar lo bello o lo feo. Diego tiene buen gusto.)

Otras curiosas: Mosquito, tornado, amigo, armadillo (aquí los conquistadores no tuvieron que preguntar a los indígenas), cucaracha, y lolita (por el personaje homónimo de Vladimir Nabokov).

Por último, hay que mencionar que en inglés son numerosos los hispanismos. Un campo ideológico muy interesante lo forman las palabras asociadas a los escenarios del Far West. (Recordemos que los estados de California, Nevada, Arizona, Colorado, Nuevo México, Texas — Tejas— y Florida fueron en su día parte de los dominios españoles, como puede notarse en sus nombres). Así, se podría escribir en inglés un párrafo conteniendo los siguientes hispanisms:

El vaquero (o buckeroo), equipado con su sombrero y su lasso (lazo), cabalgaba desde el Colorado Canyon evitando los coyotes y los pumas, y se había librado de milagro de una stampede (estampida). Antes de llegar al ranch se había parado en un saloon para tomarse una sasparilla (zarzaparrilla), pero a la salida tuvo que pelearse con un renegade y otros tres desperados. Solucionado el asunto, se fumó un cigar con su amigo Bronco y se marcharon para el rodeo que celebraban junto a la hacienda.

Que quedaría algo así como : The buckeroo, wearing his sombrero and holding a lasso, rode from the Colorado Canyon avoiding coyotes and pumas. He had a narrow escape from a stampede. Before arriving to the ranch, he stopped at a saloon to have sasparilla, but then a fight was held against a renegade and three other desperados. Once finished, he smoked a cigar with Bronco, his amigo, and they went out to the rodeo which was taking place next to the hacienda. 

 
Para quien quiera saber más, aquí pongo un par de enlaces con listas de hispanismos en inglés y en alemán.

Si alguien conoce o descubre alguno más, puede añadir un comentario. ¡Adiós, amigos!

sábado, 20 de febrero de 2010

Matías y el mar de las letras

El compañero, amigo y profesor Matías Escalera acaba de publicar su primera novela, Un mar invisible (Isla Varia, Huelva 2010. 400 páginas, 19.50 euros). Todavía no he podido verla, pero la crítica que publica Angel Basanta en El Cultural de El Mundo da a entender que merece ser leída. Por su interés la reproduzco a continuación
..................................................................................
Matías Escalera (Madrid, 1956) se ha revelado como un escritor tardío cuya madurez literaria empieza a dar buenos frutos en distintos géneros, manteniendo su compromiso ideológico en el tratamiento de los problemas del ser humano en nuestro tiempo y también con la literatura concebida como arte en permanente renovación formal de sus modos de representación de la realidad. Autor de dos poemarios y ganador del premio Margarita Xirgu de teatro con El refugio (2009), irrumpe en la novela con Un mar invisible, que por su complejidad y ambición artísticas merece una ponderada recepción crítica.

Lo primero que destaca en esta novela está en su explosión de literatura y pensamiento en un texto de gran densidad intelectual y notoria riqueza técnica y estilística. Como explica C. de Vicente en el prólogo, en dos momentos de la obra se recogen las dos paradojas que inspiran las investigaciones de Chomsky. Son el problema de Platón, cifrado en ¿cómo es posible que con tan pocos datos sepamos tanto? Y el de Orwell: ¿Cómo con tantos d
atos sabemos tan poco? En tan ambicioso cometido radica la ambición totalizadora de esta gran novela, necesaria en tiempos de frivolidad y desmemoria como el nuestro.

Este compromiso ideológico no resulta empobrecedor en el tratamiento formal de la historia novelada. Su apuesta literaria es igualmente radical en la experimentación de procedimientos técnicos y ángulos de visión plural en el análisis crítico de la realidad. Estamos ante una novela de suma complejidad, en la cual se integran cualidades de diferentes géneros literarios, desde el aliento poético de muchas páginas, con poemas y canciones incluidos (en varias lenguas), hasta la técnica de acotación teatral y los diálogos fundidos en el tejido narrativo, pasando por digresiones de orden intelectual sobre diferentes problemas del ser humano y la sociedad examinados desde un enfoque anticapitalista.

La extraordinaria riqueza formal se prolonga en un texto polifónico, en el que cuesta entrar por sus virtuosismos técnicos. La experimentación textual llega hasta la tipografía, con letras de diferentes tamaños y formas, a veces con excesos en sus manierismos lingüísticos. Y la sintaxis se alarga en oraciones subordinadas, con paréntesis y guiones, del mismo modo que las palabras se juntan en conglomerados, algunos de los cuales forman auténticas jitajáforas.

Sin embargo, una vez que el lector ha entrado en la complejidad de la novela, rica también en humor, asiste al desarrollo de una historia protagonizada por un grupo de inadaptados que resisten en una comuna situada en un viejo barrizal en las afueras de Madrid. Es la panda del Trópico Zumbón, formada por extravagantes ex comunistas y anarquistas visionarios, a la que se han ido sumando otros llegados de la inmigración y la miseria. Aquel mundo de tipos estrafalarios estorba los planes de urbanismo salvaje promovido por un empresario sin escrúpulos en complot con un concejal corrupto. Y al calor de este eje argumental la novela va anudando historias relacionadas con desastres y guerras perpetradas en tiempos recientes y con la explotación de tantos seres humanos. Imposible dar cuenta ni siquiera de las más importantes. Pero no puedo dejar de resaltar la estremecedora historia de Malko y su madre, representativa de la inmigración de mujeres del Este prostituidas. Y, tras tantas trampas del sistema y sus modos de explotación de los modernos siervos de la gleba, aún queda esperanza para confiar en el ser humano, en el amor y en la lucha, porque es lo que tenemos para vivir, y lo más importante es la vida.

Ángel BASANTA