martes, 20 de abril de 2010

Homenaje al libro (III)


Posiblemente ningún poema en castellano ha expresado mejor que este el amor por los libros, la lectura y el estudio. Se lo debemos al talento de Francisco de Quevedo.

Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,

vivo en conversación con los
difuntos,
y escucho con mis ojos a los muerto
s.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.


Las grandes almas que la muerte ausenta,

de injurias de los años vengadora,
libra, ¡oh gran don Joseph!, docta la imprenta.

En fuga irrevocab
le huye la hora;
pero aquella el mejor cálculo cuenta,
que en la lección y estudios nos mejora.

domingo, 18 de abril de 2010

Homenaje al libro (II)

Si el libro nos resulta asombroso por sus prestaciones, es que sabemos leer convenientemente.

Aún hay muchas personas a quienes les produce pánico enfrentarse a un libro sin ilustraciones... o que lamentan que no haya un botón de "play". Pero esto no es algo exclusivo de nuestra época; siempre ha habido quien sufre de aversión a los libros.

También el modo de leer ha cambiado a lo largo de los siglos. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) despertaba sopresa y recelo entre sus compañeros porque era el único que leía en silencio, sin vocalizar a viva voz.

Una buena actitud mental, con el grado necesario de interés y sana curiosidad, es un buen punto de partida para disponerse a leer. Si no, siempre encontraremos excusas para abandonar la lectura, como le pasa al personaje de este video...

viernes, 16 de abril de 2010

Homenaje al libro (I)


Ya tenemos encima la semana cervantina y el día del libro. Quiero incorporar en las próximas entradas pequeños elogios del libro y que inciten a la alegría de la lectura. Abro la serie con un texto del gran Isaac Asimov, que en este artículo de los años ochenta comparaba al libro contra el videocasete. ¿Quién saldrá mejor parado...?

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(...) Cabría imaginar un videocasete miniaturizado que estuviese siempre perfectamente ajustado; que empezara a funcionar en cuanto uno lo mirara; que se parara en cuanto uno dejara de mirarlo; que pudiera avanzar o retroceder deprisa o despacio, a saltos o con repeticiones, a placer del usuario. Qué duda cabe que ése es el aparato de nuestros sueños: un videocasete que puede contener información sobre infinitos temas; que es autónomo, manejable, de escaso consumo de energía, perfectamente privado y sometido en gran medida al control de la voluntad. ¿Será solo un sueño? ¿Tendremos algún día un videocasete así? La respuesta es un sí rotundo. No es que lo vayamos a tener algún día, es que lo tenemos ya; para ser más exactos: existe desde hace siglos. El ideal que he descrito es la palabra impresa: el libro, la revista, un objeto ligero, privado y manipulable a voluntad.

¿Piensa usted que el libro, a diferencia del videocasete, no produce sonido e imágenes? Pues se equivoca.

Es imposible leer sin oír las palabras en la mente y sin ver las imágenes que producen. Y con la ventaja de que son sonidos e imágenes propios, no inventados por otros. Las imágenes y el sonido que ofrecen todos los demás medios de entretenimiento son “congelados”, y tienen un nivel de detalle que mejora con el avance de la tecnología. El resultado es que los medios exigen cada vez menos del usuario. Incluso se insertan cuñas musicales y risas pregrabadas para facilitar determinadas emociones en el cliente sin esfuerzo de su parte. La persona a quien le cuesta leer (y a la mayoría le cuesta) recurrirá a estos productos “congelados”, y seguirá siendo un espectador pasivo.

La palabra impresa, por el contrario, presenta un mínimo de información. Todo lo demás tiene que ponerlo el lector: la entonación de las palabras, la expresión de los rostros, la acción y el escenario han de ser extraídos de estas sartas de símbolos en blanco y negro. El libro es una empresa compartida entre el escritor y el lector, como ninguna otra forma de comunicación puede serlo.

Si usted pertenece a esa pequeña y afortunada minoría para quienes la lectura es fácil y agradable, el libro, en cualquiera de sus manifestaciones, le será irreemplazable e indestructible, porque exige participación. Por agradable que sea el papel de espectador, participar siempre es mejor.

Isaac Asimov

lunes, 5 de abril de 2010

El universo en que vivimos

Como docentes, estudiantes, humanistas, curiosos o simplemente, seres humanos, es nuestra obligación maravillarnos ante todo lo que nos rodea y el universo que nos envuelve. Todo es interesante, de todo podemos aprender, ante todo hay que reflexionar.

En 1977 se lanzó desde nuestro planeta la sonda espacial Voyager I. Su interior contenía - y contiene todavía, a millones de kilómetros de nuestra casa - un mensaje en nombre de las Naciones Unidas que dice:

"Salimos de nuestro sistema solar hacia el universo buscando únicamente paz y amistad; para enseñar si se nos solicita; para aprender si somos afortunados."

Maravillémonos. Aprendamos.

Qué poquita cosa somos, ¿verdad? Mañana empiezan las clases. No es un asunto tan grave después de todo.