martes, 17 de junio de 2014

Teatro breve: Cuatro triunfadoras, por el grupo de teatro del IES Avellaneda.

Para el final de curso siempre viene bien una representación teatral. A continuación les presento una pieza de teatro breve interpretada por el Grupo de Teatro del IES Avellaneda, cuya dirección he tenido el placer de ejercer en los pocos ratos libres que me deja la actividad docente.

Se llama "Cuatro triunfadoras", adaptación de una pieza de los británicos Monty Python (Título original: Four Yorkshiremen). No tengo ni idea de cómo serán los ricachones de Yorkshire, pero en todo caso el final ha quedado muy español.

Las guapas y meritorias actrices, de izquierda a derecha, se llaman Patricia, Cristina, Paloma y Teresa, auténticas triunfadoras en la jornada cultural del IES Avellaneda. También contamos con la intervención especial de nuestro compañero Maikel interpretando al camarero. Espero que pasen un rato agradable y que disculpen nuestros errores si los hubiere.


viernes, 23 de mayo de 2014

Soneto a las elecciones europeas

DEFINIENDO AL CANDIDATO

Es Plomo abrasador, es Plasma helado.
Es mal completo para el medio ambiente.
Es orador que, o bien lee, o mal miente.
Es un barbudo azul muy pitufado.

Es un comeyogures caducado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un machista que dice ser decente,
un amar solamente estar forrado.

Es una corruptela desatada
que dura hasta que aguante el mecanismo;
enfermedad que crece si es votada.

Este es Arias Cañete, este el pepismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es heredero del franquismo!

jueves, 1 de mayo de 2014

Revista Compluteca especial 30 Premios Cervantes: Jorge Edwards

La aventura cervantina de Jorge Edwards



Hay en Jorge Edwards mucho de cervantino y no poco de quijotesco. La agudeza de la observación y la aventura de los propios sueños suelen toparse, ya lo dijo aquel, con la tozudez de una realidad que podríamos ver de otra manera, pero de la que se nos impone la visión de los dominantes. Y esa tensión entre lo que uno quiere ser y los planes que nos tiene preparados el grupo social desde el que partimos es una constante en los personajes edwardinos.



Edwards, santiaguino de 1931, creció en una renombrada familia burguesa que lo matriculó en un colegio de jesuitas. En sus años de estudiante preuniversitario, Edwards es abordado por una estrafalaria tía abuela que a modo de musa literaria lo invita y lo incita a la pasión por las letras. Por ella conoce la existencia de otro estrambótico personaje familiar, el vividor y escritor fracasado Joaquín Edwards Bello. El muchacho busca y rebusca en bibliotecas y archivos, tímidamente primero, y vorazmente después. Los clásicos de Góngora, Quevedo, Garcilaso, Argensola, Fray Luis de León lo conducen a la generación del 98, y de la mano de Azorín y Unamuno descubre a Cervantes. 



Para desesperación del padre de Jorge, que lo quería dedicado a los negocios familiares, el joven letraherido frecuenta cada vez más los círculos literarios, trabando gran amistad con el enorme poeta chileno Pablo Neruda, a quien reconoce como maestro. Fue Neruda quien le aconsejó abandonar el verso y centrarse en la narrativa en prosa, para la que lo consideraba excepcionalmente dotado. Nadie podrá dejar de estar de acuerdo con esto, a la vista de los numerosos cuentos, relatos breves, columnas y cuadros costumbristas que va trazando en todos los ratos libres que le deja el estudio. Su capacidad de observación y fabulación y su agudo juicio lo convierten en un agudo articulista político y también literario.



En 1958 se incorpora a la carrera diplomática. Recién elegido presidente Salvador Allende, este le encarga la reapertura de la embajada chilena en La Habana de Fidel Castro. Tras instalarse en la isla, Jorge Edwards percibe diversas injusticias del régimen, y en particular se pronuncia en apoyo de los intelectuales y escritores perseguidos, como el poeta Heberto Padilla. Fidel Castro reacciona expulsando inmediatamente a Edwards de Cuba, antes de cumplirse los cuatro meses de su embajada.



El escritor no se retracta y escribe una crónica novelada de su aventura cubana, Persona non grata, cuya publicación estaba preparando cuando le sorprende el golpe de estado de Pinochet. Ha de exiliarse a Barcelona y tras publicar finalmente su libro, obtiene feroces críticas y censuras por parte de la intelectualidad europea, muy partidaria del castrismo en aquellos años. Rechazado por los exiliados y por los que quedaban en Chile, fuera del trabajo diplomático y sin apoyo familiar, tuvo que barajárselas solo. Posiblemente la peor época de su vida sean esos cinco años de destierro, donde habría de aprender a tener paciencia en las adversidades.  


En ese ingrato ostracismo, Edwards imagina su primera gran novela, Los convidados de piedra, donde presenta un sutil retrato de las desventuras de un grupo de amigos pertenecientes a la burguesía, durante el toque de queda militar. En una fiesta de cumpleaños, rememoran el pasado y a los amigos ausentes, marginados o muertos, todos apartados como figuras de piedra de una vida que les prometía seguridad y privilegios. 


El museo de cera es su siguiente novela, una sátira esperpéntica de la historia de Chile, donde cada sinsentido tiene su correspondencia en el discurso oficial de la dictadura. Un hidalgo chapado a la antigua, el marqués de Villa Rica, sorprende a su joven esposa en flagrante adulterio con su profesor de piano, y a partir de ahí se suceden toda clase de despropósitos. El marqués encarga a un escultor realista la reproducción del episodio con figuras de cera a tamaño natural, y se traslada a vivir a otro palacio que copia fielmente la planta del edificio mancillado. El triste figurón abandona su club de aristócratas para prodigarse por tabernas populares y cae en una espiral descendente paralela al ascenso de su cocinera, ama de llaves que se enseñorea de los dominios del marquesado. Novela de múltiples niveles de lectura, llena de ironías y paradojas, donde un narrador colectivo hace dudar de los límites entre lo soñado y lo real. 


Con La mujer imaginaria Edwards aborda el universo femenino. Su protagonista, Inés Vargas, es una mujer de clase alta que a la edad de 60 constata que ha malgastado su vida, subyugada por el patriarcado, el conservadurismo y finalmente la dictadura. Revisando su pasado personal y el de la sociedad chilena, opta por reinventarse y emanciparse separándose de su esposo y abrazando el arte como forma de expresión y compromiso que la acerca a los problemas de la juventud y las capas marginales del país. 


En su novela El anfitrión, Jorge Edwards recreó con tintes criollos el mito de Fausto a través de la historia de un exiliado en Berlín. Incitado Faustino Piedrabuena Ramírez, su protagonista, por el mefistofélico Apolinario, se traslada a Chile en un extraño aparato, la Máquina. Corren vientos de dictadura, y Faustino desciende a los infiernos en una aventura alucinante. El diablo ofrece a Faustino convertirse en el líder político salvador de la patria a cambio no de su futura condenación, sino previa entrega de su historia pasada. El problema del exilio y la transición a la democracia son tratados de forma humorística, apostando por superar el pasado dictatorial. 


Con posterioridad a la entrega del premio Cervantes en 1999, Edwards ha seguido publicando novelas en las que la Historia no solo es eje y justificación del relato, sino que sirve como explicación del presente contemporáneo. En El sueño de la Historia, una investigación sobre el arquitecto dieciochesco Joaquin Toesca se entrelaza en sus paralelismos con los últimos días de la dictadura pinochetista. Con La casa de Dostoievski, se inspiró en la biografía del poeta Enrique Lihn para representar a toda una generación de escritores y bohemios que vivieron la revolución de Allende y sufrieron el golpe militar. 


Últimamente ha vuelto Jorge Edwards la mirada a sus orígenes, no solo con la primera entrega de sus memorias, sino también con  El inútil de la familia, novela inspirada en su increíble pariente Edwards Bello. Un poeta dadaísta, un rebelde, un desclasado, animado por dos pasiones insanas: el juego y la literatura. 


Recientemente ha presentado El descubrimiento de la pintura, basada en otro pariente lejano, Jorge Rengifo. Asalariado como cerrajero, su vida palpita de verdad cuando se dedica a su afición artística por la pintura, en medio de un Santiago insensible y cargado de prejuicios. Un giro inesperado del destino propicia su matrimonio con una viuda rica, que actuará como Sancho Panza en su quijotesco viaje a las principales pinacotecas europeas. 


En su discurso de aceptación del premio Cervantes, Jorge Edwards recordó a todos aquellos personajes inusuales que se cruzaron en su vida: la tía abuela conspiradora; el libertino Bello; Neruda con su gabardina; y concluyó que su labor como escritor no había sido muy diferente a la que en El Quijote desempeña el Primo, el testigo que escucha su alucinante descenso a la Cueva de Montesinos: “Nosotros también, a nuestra manera, hemos podido estar cerca de don Quijote, o de los Quijotes nuestros, locos y no tontos, y hemos escuchado sus extraordinarias historias. ¡Qué privilegio, y qué regalo!”

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Este artículo forma parte de la edición extraordinaria que la revista Compluteca, editada por el IES Complutense de Alcalá de Henares, ha dedicado con motivo del XXX Aniversario de los premios Cervantes. El lector encontrará en ella 30 artículos dedicados a otros tantos galardonados. La revista en formato pdf puede descargarse desde el siguiente enlace: 




lunes, 21 de abril de 2014

El bingo de los verbos

“Me molesta hacer ciertas preguntas, porque hay gente a quien no le gusta contestar. Ayer me presentaron a dos muchachos en la calle de las Sierpes, y yo, que llevaba mis libros debajo del brazo y andaba con problemas de gramática, pregunté al más viejo: «Por favor, ¿cómo es el imperfecto de subjuntivo del verbo airear?» El chico se puso colorado y cambió de tema. ¿Por qué se puso colorado?”


Ramón J. Sender, La tesis de Nancy

Año tras año, también me molesta preguntar a mis padawans la conjugación verbal, porque a ellos tampoco les gusta contestarme. No aburriré aquí al curioso lector conjeturando los motivos. Es mejor ponerse manos a la obra e inventar algún remedio didáctico. 



Esta es una actividad lúdica de enseñanza-aprendizaje que no requiere grandes explicaciones. Se imprimen los cartones, se recortan, y se distribuyen entre los discentes. Después se van cantando las formas verbales con la finalidad de que los jóvenes habitualmente dispersos centren su atención en los misterios de las desinencias y las vocales temáticas. Y se repite el juego tantas veces como sea necesario para afianzar sus conocimientos de la conjugación. La prudencia obliga a dar por terminada la actividad antes de que los estudiantes empiecen a mostrar posibles rasgos de una futura ludopatía. 

En este enlace puede descargar el docente los cartones y las instrucciones del juego. Conviene indicar a la chiquillería que marquen sus cartones con fichas o pedacitos de papel para poder reutilizarlos. 


Por cierto, el pretérito imperfecto de subjuntivo que preguntaba Nancy es: Yo aireara o airease, tú airearas o aireases, él/ella aireara o airease, nosotr@s aireáramos o aireásemos, vosotr@s airearais o aireaseis, ustedes airearan o aireasen, ellos airearan o aireasen. Para que no tengan que cambiar de tema cuando se lo consulten.

jueves, 27 de marzo de 2014

Vigencia de El licenciado Vidriera





De todas las Novelas Ejemplares, sigo teniendo cierta preferencia por El licenciado Vidriera. Tal vez porque fue el primer Cervantes que leí, a los diez u once años, en uno de aquellos libritos naranjas de la colección Salvat RTV.

El asunto es sobradamente conocido: Un licenciado en Derecho, orgullo de la Universidad de Salamanca, enloquece y se imagina hecho de vidrio; lo que según él, le proporciona una gran claridad de discernimiento. Sus comportamientos extravagantes son admirados y celebrados de todos, que lo agasajan y convidan. Mas cuando el hombre recupera su integridad racional, es abandonado por sus congéneres y no halla modo de ganarse la vida. Despreciado su talento intelectual, no halla más salida que alistarse en un tercio de Flandes, donde morirá por la patria, de forma nada dulce y dudosamente honorable.

En este breve relato condensa Cervantes un juicio atinado sobre la manera en que trata España a sus hijos según su talento: “ ¡Oh Corte, que (…) sustentas abundantemente a los truhanes desvergonzados y matas de hambre a los discretos vergonzosos!”, dice el licenciado al despedirse de la capital del Reino.

Parece, les digo a mis estudiantes, que cuatrocientos años no han cambiado nada en este país. Imaginad que Belén Esteban o cualquier otro personaje estrafalario de los que tanto abundan en la RTV del siglo XXI se escapa durante una temporada del foco mediático y vuelve de La Sorbona con una licenciatura en Filosofía y Humanidades y un dominio perfecto del inglés y el francés. ¿Qué futuro tendría? Para Sálvame ya no valdría. Posiblemente tendría que optar entre un contrato de prácticas en condiciones de explotación o emigrar en busca de otro país que supiera apreciar su talento. Lo mismo, mismito, que le pasó al licenciado Tomás Rueda.

Pero, me contesta una estudiante, eso es imposible. ¿Quién se imagina a Belén Esteban asistiendo a una universidad? Ay, les respondo, sois demasiado jóvenes para conocer el caso de Eleuterio Sánchez, que ingresó en la prisión siendo analfabeto y miserable, y gracias a su voluntad y aplicación consiguió una licenciatura en Derecho a través de la UNED, llegando a ejercer en un gabinete jurídico. ¿Por qué repiten tanto en los medios modelos como el autodenominado DJ Kiko Rivera? ¿Por qué no los ejemplos de quienes como Sánchez, se mejoran y perfeccionan mediante su esfuerzo y el estudio? ¿Por qué las autoridades les niegan el futuro a los jóvenes en su tierra mientras les señalan el camino de salida como el que no quiere la cosa?

Los truhanes y sinvergüenzas se multiplican en nuestro entorno y parecen imponer sus criterios. Es más urgente gastar millones en rescatar bancos y autopistas que en cultivar la investigación. Se dilapida otro millón en renombrar el aeropuerto de Barajas, pero se regatean miserablemente las becas al estudio. Los pícaros al estilo de Lázaro de Tormes medran en todos los estratos: desde los humildes bares y PYMES hasta los más altos consejos de administración, siempre procurando tomar dos uvas del racimo para que no diga nada quien toma tres.

Dicen que la ignorancia es atrevida, y por eso los sabios son discretos, además de escrupulosos y hasta vergonzosos. De eso se aprovechan los truhanes para mentir sin sonrojarse. De eso se sirven para desmontar la educación y la sanidad públicas, para suprimir los beneficios sociales y para matarnos de hambre, que decía Vidriera.  Hace falta que los sensatos nos quitemos de encima la vergüenza para denunciar con toda la intensidad de nuestra voz a quienes carecen de ella.