sábado, 30 de mayo de 2015

Discurso del acto de graduación de Bachillerato. Instituto Doctor Marañón, 29 de mayo de 2015


Estimada comunidad educativa del IES Doctor Marañón, estimados graduados y graduadas, equipo directivo, profesorado, madres, padres y demás familiares, amigas y amigos: Gracias por acompañarnos en este acto con el que hoy se gradúa la promoción del 2º de Bachillerato de 2015. Muchas gracias, y por supuesto, enhorabuena a todos vosotros que hoy termináis vuestros estudios de Bachillerato.

Ya veis que he comenzado dándoos las gracias, y lo voy a seguir haciendo. Os damos las gracias por haber formado parte durante seis años de la palpitante vida de nuestro instituto; por haber llenado nuestras aulas con vuestras ilusiones y también con vuestras charlas, con vuestros sueños y también con vuestro sueño, con vuestras ocurrencias unas veces geniales y otras lamentables, con vuestra juventud y con vuestras hormonas, con vuestros sobresalientes y con vuestros patinazos. Las aulas quedan ahora vacías, mudas, anhelando y recordando vuestra presencia sin necesidad de que nadie deje estampado su nombre en el pupitre. El instituto Doctor Marañón, sin vosotr@s, los estudiantes que constituyen su riqueza y su razón de ser,  no contendría más que un aulario vacío en el que ningún profesor desearía estar destinado.

Sí, soy yo ahora, en nombre de todo el profesorado, quien os agradece haber asistido a nuestras clases, haber obedecido sin rechistar al despertador para venir al instituto, a veces superando serias dificultades materiales, de salud o personales para no faltar a clase. Gracias por no abandonar, por difíciles que hayan sido las circunstancias. La perseverancia puede con todo.

Gracias también por haber completado montañas de deberes y trabajos, gracias por haber estudiado tardes enteras, gracias por haberos presentado a cientos de exámenes, algunos muy comprometidos.

Y además, muchas gracias por haber aguantado con paciencia los innumerables discursos que solemos soltar los profesores. No temáis, este no nos llevará los 45 minutos habituales que dura una clase.

Pero por encima de todo, muchas gracias, porque al haber venido a clase puntualmente, durante todos estos años, habéis día a día ratificado con toda claridad la elección vuestra y de vuestras familias: Habéis elegido la ESCUELA PÚBLICA, LA QUE ES PARA TODAS Y PARA TODOS PORQUE ES DE TODAS Y DE TODOS. La escuela pública ES VUESTRA, Y CON VUESTRA AYUDA, LO SEGUIRÁ SIENDO TAMBIÉN de QUIENES VENGAN DESPUÉS y para QUIENES VENGAN DESPUÉS.

¿Y qué os lleváis vosotr@s después de estos seis años? Amigas, amigos, lo que os lleváis es mucho más que un título de Bachillerato y una resma de cuadernos usados. Los años de la educación secundaria son fundamentales para la formación de vuestra personalidad, para la adquisición de habilidades sociales, para el aprendizaje de estrategias de conocimiento y de trabajo, para tener una forma de ver del mundo, de comprenderlo y de estar en él.

Además habéis aprendido unos contenidos que son la base para que a partir de ahora podáis aprender mucho más de todo aquello que os interese. A menudo oímos quejarse a los estudiantes porque tienen que estudiar asignaturas impuestas, que no les gustan. Pues bien, amig@s, a partir de ahora podéis empeñaros en aprender por vuestra cuenta cada vez un poco más. Aprender no solo durante vuestra próxima fase de estudios universitarios o profesionales, sino cada día y durante el resto de vuestras vidas.

Todos los días podéis investigar en Internet sobre los campos de vuestro interés: Arte, Pensamiento, Letras, Ciencias, Tecnología. No os contentéis con lo que está en las programaciones oficiales, no os contentéis con lo que echan por la televisión o con los tópicos de moda en las redes sociales.

A partir de ahora se os supone la madurez para elegir y asimilar por vosotros mismos todos los conocimientos que deseéis o que abarquéis, y, siempre sin descuidar vuestras restantes obligaciones. Lo que habéis estudiado en Bachillerato es apenas una aproximación, un mapa de situación de la vastísima extensión del conocimiento humano, del que vosotros sois ya partícipes, y al que esperamos aportéis también vuestra próxima contribución.

El conocimiento que os lleváis ahora es una pequeña plantita que habéis de regar y cuidar con paciencia, con esfuerzo y con cariño, para que crezca y dé fruto hasta proporciones que todavía no sospecháis. Os voy a contar un secreto. Un secreto a voces, ¿no? Cuando acabé mis estudios universitarios, ni de lejos deseaba ser profesor. Ni mucho menos imaginé que me tocaría estar, treinta años después, pronunciando discursos de felicitación a los bachilleres recién licenciados.

La vida nos conduce a menudo por caminos inesperados, y por eso precisamente hay que estar preparado, siendo el conocimiento la mejor herramienta. Espero que los saberes, las actitudes y la educación que os hemos transmitido os resulten muy útiles, tanto directa como indirectamente. Por todo esto os ruego que no menospreciéis nunca lo poco o lo mucho que lleváis ahora con vosotros, que con el tiempo y vuestro esfuerzo os ayudará a salir adelante. No os lo figuráis, no; pero entre vosotros, tal vez no lo sabe aún, está un futuro profesor o profesora.

Alguna vez os lo he dicho en clase: No hace tanto que yo estaba ahí sentado en un pupitre como los vuestros. Visto así, no falta ya tanto tiempo para que alguno de vosotros sea el profesor que da las clases, y que lo haga por lo menos mejor de lo que yo he sabido hacer. Educar a los jóvenes es una enorme responsabilidad en la que solemos quedarnos cortos.

Perdonadme si alguna vez, por cansancio, por rutina o por dejadez, no os he insistido con mi palabra y mi ejemplo en los valores fundamentales que debéis cultivar. El respeto, la compasión, la bondad, la solidaridad, la curiosidad, la humildad, la comprensión, la paciencia, la amabilidad y por último, pero no por ello menos, el sentido del humor, que nos abre las puertas de la alegría.

Así quiero terminar, con la expresión de mi intensa y sincera alegría, formulando el deseo de que la alegría de este acto os acompañe durante el resto de vuestros años de formación. Os animo a decir conmigo: ¡Vivan los bachilleres del curso de 2015 del IES Doctor Marañón! Y ¡Viva la Escuela Pública!  
   

viernes, 29 de mayo de 2015

El sueño de Ares, nuevo libro de Rafael Narbona


Mi compañero y amigo Rafael Narbona publica su segundo libro. El sueño de Ares es una recopilación de relatos literarios que comparten temas y escenarios dominados por la violencia, la guerra y los enfrentamientos entre humanos. 

Rafael Narbona nos ofrece en estos quince relatos un panorama de violencia y destrucción en el que toman la voz tanto víctimas como verdugos: la guerra civil española, la caída de Berlín o la defensa de Stalingrado son escenarios de algunos de estas narraciones, pero no es necesaria una guerra para el triunfo de la desolación: hooligans, delincuentes, mafiosos y pistoleros se pasean igualmente por estas historias a las que también se asoman personajes como Edgar Allan Poe o Walter Benjamin para darnos su visión del porqué de toda esta violencia que Ares sueña y de la que los hombres aún no han conseguido despertar.

Narbona, narrador de raza, analiza con acierto el miedo y el espanto generalizados, a los que unos pocos intentan hacer frente con cierta dignidad. No existe el heroísmo, escasea la compasión, desapareció el amor. Donde la épica clásica ensalzaba las virtudes guerreras, Rafael Narbona desenmascara las justificaciones del poder, los pequeños y grandes egoísmos que resultan en desprecios de la vida y de la lógica.

Narbona es un guía experimentado que tiene lo necesario para emprender esta misión. Su visión certera le sirve para identificar inequívocamente los personajes y delimitar su posición exacta en el campo de batalla. Sabe empuñar la pluma con pulso firme y manejarla como un preciso instrumento de disección, clavándola hasta lo más hondo si es necesario. (Fragmento del prólogo) 

Desde esta página http://www.minobitia.es/ares es posible descargar el prólogo y los dos primeros capítulos, así como adquirir el libro en formato de papel o electrónico. 

Sobre estas líneas, un momento de la presentación del libro, en el que participé como prologuista, junto a su autor Rafael Narbona. 



viernes, 22 de mayo de 2015

Sísifo en el ápice

En la Odisea se nos relata la historia de Sísifo, padre de Odiseo. Por alguna falta que cometió, pero que no se nos comenta, fue condenado a  un castigo eterno castigo, que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada hasta conseguir colocarla en su cumbre. Antes de que alcanzase la cima la piedra perdía el equilibrio y rodaba hacia abajo, desde donde Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez, interminablemente. 

Albert Camus escribió a partir de este tema su ensayo El mito de Sísifo, considerado un clásico de la filosofía moderna. Yo he pergeñado un artículo mucho más modesto, para su publicación en Hyperbole.es



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Si Sísifo no hubiese sido tan bobo como Sissi, se habría dado cuenta mucho antes de las bondades de la cuña; una de las siete grandes máquinas estudiadas por Arquímedes. Oportunamente colocada entre la pesada pétrea mole y el plano más que inclinado, la bola se bloquea en equilibrio aceptable. La masa de piedra reposa sobre un humilde calzo de madera que la calza, la acuna, la acuña, la encoña. Solo es un pedacito de palo, pero consigue detener la inexorable gravedad mucho mejor que jornadas enteras de hombros y riñones. Y sin esfuerzo. Hay que pensar más, Sísifo.

Cómo no se me habría ocurrido antes, se dice Sísifo a sí mismo. Detiene Sísifo su esfuerzo y así recupera el resuello. El paisaje desde arriba, desde el pináculo, es por fin contemplado con calma. Al cabo de un rato de descanso, Sísifo, hijo de Eolo y padre de Odiseo, comprende que ha empleado toda su vida subiendo y bajando por las cuestas de lo que podría ser una gran pirámide. Si Sísifo hubiese leído más, sabría que el Dédalo que diseñó su suplicio no tenía que ver con los egipcios: Se llamaba Abraham Maslow.


Sísifo, después de media vida embruteciéndose gracias a su esfuerzo laboral, consigue poner en funcionamiento su abotargado cerebro. Se dice: Toda la vida trepando, subiendo y bajando por una pirámide de necesidades para esto. Cinco minutos de descanso mientras aguante la cuñita de madera. 

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Continua leyendo el artículo completo en Hypérbole.es : http://hyperbole.es/2015/05/sisifo-en-el-apice/