lunes, 19 de diciembre de 2016

Madame Bovary, Anna Karénina, La Regenta






La documentación para este dibujo me llevó un poco de tiempo... Los vestidos están inspirados en las películas "Madame Bovary" (1949) "Anna Karénina" (2012) y "La Regenta" (TVE, 1995). También busqué fotos de la catedral de Oviedo y de una locomotora rusa de la época.

De estas tres heroínas adúlteras mi preferida sigue siendo Madame Bovary... y confieso que la primera vez que leí su novela no me enteré de nada, me pareció aburrida y - como toda lectura obligada - odiosa. Ahora me gusta mucho más que entonces, y la considero una novela apasionante y muy bien construida. Eso de que se perciba inmediatamente de qué pie cojea Emma Bovary, que se vean todos los charcos que irremisiblemente va a acabar pisando sin librarse de uno, y que aun así, siga cayendo simpática al lector, tiene mucho mérito...

 A su lado Ana Ozores me parece una pobre ingenua que no se entera de nada y que se deja conducir pasivamente a merced de quien le haga un poco de casito. Pero ya se escandalizaban bastante en la España de 1885 y es lógico que Leopoldo Alas no quisiera darle más vuelo a su hija literaria. 

Anna Karénina, lo confieso también, la he empezado tres veces y no consigo acabarla. Un día de estos la engancho de nuevo.  Hace falta un largo invierno con alfombra de pieles frente a la chimenea... 

¿Y ustedes qué opinan? ¿Cuál de las tres es su preferida?

sábado, 19 de noviembre de 2016

Cuatro sintonías de jazz de la TVE franquista

El jazz, una de las músicas fundamentales del siglo XX, goza de escaso reconocimiento en España por diversos factores, de los que posiblemente el más grave sea la represión cultural ejercida por el franquismo. Si bien la censura y el dirigismo afectaron a todos los géneros musicales que no se ceñían a los ideales nacionalcatólicos, el jazz fue particularmente odiado por los fascistas españoles por representar la  música degenerada (Entartete Musik) que tanto desagradaba a Hitler y Goebbels.

Durante los años del franquismo que me tocó sufrir — los que corresponden a mi infancia – no era fácil para un niño acceder a una oferta musical variada. Los discos eran caros, la radio monótona, las salas inaccesibles a los menores de edad. Solo había un medio cultural permanentemente disponible y gratuito: Televisión Española, en glorioso blanco y negro, por lo demás igual de escuálida y monocroma en lo que respecta a la música.

Ahora bien; en medio de ese sustrato insulso se colaron en mi memoria algunas esporas inadvertidas que acabarían por convertirme — contra todo pronóstico — en un aficionado al jazz.

Por entonces, TVE no solía encargar las sintonías musicales a un compositor, sino que recurría a discos antiguos preferentemente instrumentales y no sujetos a derechos de autor. El caso es que esas musiquillas de apertura o de fondo se repetían una y otra vez, en contextos muy similares. Las recepciones de Franco en El Pardo se acompañaban con una grabación de un cuarteto de cámara de Haydn. Piezas del constructivismo ruso, muy descriptivas, amenizaban las imágenes de industrias a pleno rendimiento.


Y, contra toda lógica, algunas de aquellas sintonías eran piezas jazzísticas, elegidas no sabemos por quién ni por qué motivo. Esas melodías que arraigaron en mí como una mala hierba o una buena canción publicitaria fueron mi primer contacto con el jazz, y a fuerza de repetirse tarde tras tarde acabaron por contagiarme la pasión. No espero que entre los lectores de este artículo se obre el mismo efecto, pero si cuentan cierta edad tal vez les asome revoltosa la nostalgia.  Aunque no he podido localizar las grabaciones exactas,  a partir de mis recuerdos he espigado en Internet las que podrían resultar más similares o por lo menos, igualmente evocadoras. 

El artículo completo se publicó en Hyperbole.es (18.10.2016). Si quieres leerlo y escuchar las cuatro sintonías, pulsa aquí: http://hyperbole.es/2016/10/cuatro-sintonias-de-jazz-de-la-tve-franquista/



sábado, 28 de mayo de 2016

Discurso del acto de Graduación de Bachillerato. Instituto Doctor Marañón, 27 de mayo de 2016


Estimadas graduadas y graduados, estimado equipo directivo, estimados compañeros, madres, padres, familiares y amigos. Gracias a todos por acompañarnos en este acto en el que celebramos la graduación del Bachillerato de la promoción de 2016 del instituto Doctor Marañón. Muchas gracias y enhorabuena a todos los que hoy recibís vuestro diploma de Bachillerato.


Quiero dirigirme primero a todas las madres y padres de los graduados para felicitarlos en este logro que no es solo de los estudiantes, sino también de vosotros sus progenitores, quienes les habéis facilitado el apoyo y los medios durante esta etapa. Os felicito y os ruego que sigáis apoyando a vuestros hijos, que continuéis prestándoles ese apoyo material y moral que tanto necesitan. Y quiero también, en nombre de todo el equipo del IES Doctor Marañón, agradeceros que nos hayáis confiado a vuestros hijos, y que hayáis elegido la ESCUELA PÚBLICA. La escuela pública, la única que es de tod@s y que es para tod@s, la que garantiza la promoción en igualdad de condiciones de los jóvenes en un ambiente inspirado por la ciencia y la libertad.



La graduación es un acto de especial importancia institucional, significativa y emotiva. Institucional, porque se completa una etapa de nuestro sistema pedagógico, con todas sus consecuencias educativas, sociales y laborales.

Significativa, porque se evidencia vuestra capacidad de estudio y de sacrificio, vuestro esfuerzo intelectual y físico con el que habéis vencido tantas dificultades y postergaciones.

Y emotiva, porque abandonáis el instituto que ha sido vuestra casa y tenemos que deciros adiós.

Atrás quedan seis años llenos de clases, exámenes, deberes, bromas, risas, llantos, trabajos, el primer beso, la primera decepción, excursiones culturales y largas tardes de estudio.



Del tiempo que he compartido como profesor con vosotros tengo muchos recuerdos, pero es forzoso seleccionar unos pocos. El primer recuerdo viene de cuando os tuve como profesor de Lengua en 1º de la ESO. A finales de octubre os encargué redactar historias terroríficas al estilo de las leyendas de Bécquer como “La noche de las ánimas”. ¡Nunca lo hubiera hecho! Escribisteis unos cuentos tan terroríficos que estuve varias noches sin poder pegar ojo y todavía hoy me sucede que me despierto estremecido de terror de pesadillas provocadas por aquellas lecturas.



Dos años después, en 3º, además de Lengua os impartí aquella asignatura de Taller de Teatro, hoy tristemente eliminada por la LOMCE. Allí algun@s de vosotr@s despuntasteis vuestro talento como actores y actrices. ¡Incluso acabamos representando un Shakespeare donde todos los personajes acababan muriéndose y tendidos sobre el suelo!

  

Y qué me decís del viaje a Roma de 4º de la ESO junio de 2014 ¡Inolvidable!  La Piazza Navona, Via Veneto, el Circo máximo, la escalinata de la Plaza de España… Aquellas cenas en el restaurante Il ragno d’oro… Pero ahora quiero hablaros del Gianicolo.  



El Gianicolo, sí, la octava colina de Roma. Esa que trepamos la primera tarde bajo la dirección inflexible de Fernando Sánchez, que permanecía insensible a vuestras protestas cual centurión pretoriano “¿Profe, falta mucho? ¡Ay, que calor! ¡Los pies me están matando! Profe, tengo sed.¿No podemos sentarnos? ¡No puedo más! ¿Falta mucho, profe?”


Finalmente conseguimos llegar a lo alto del Gianicolo, en donde se encuentra un hermoso parque verde y una terraza con puestos de helados y bebidas. Desde allí pudimos contemplar en su vista panorámica la belleza de la Ciudad Eterna. En el conjunto, como estrellas de una constelación, se distinguían los monumentos que visitaríamos al día siguiente: La basílica de San Pedro, el castillo de Sant Angelo, El Coloseo… 




Y mientras algunos se atiborraban de helados y granizados de limón, otros saciaban sus ojos de belleza. Yo, mientras, recordaba el viejo lema latino: Per ardua ad astra.  Que traducido del latín significa algo así como “Venciendo las adversidades se llega hasta las estrellas”.



Y aquí es justo donde nos encontramos ahora otra vez. En la cumbre de nuestro particular Gianicolo, vencidas gracias a la perseverancia, las adversidades del Bachillerato, ya podemos observar las estrellas hacia las que dirigir los próximos pasos.



Cuando se alcanza una meta que algún día se vio muy lejana y difícil, la tentación de estancarse es muy grande. Sí, sí, esta noche os vais de fiesta.  Pero será una breve pausa. La vida sigue su curso. Los procesos de cambio continúan. Y el camino que se abre ante vosotros no es sencillo.



“Per ardua ad astra.” Recordadlo. En los próximos días, en los próximos meses y años, cuando estéis tentados de abandonar. Cuando el camino os parezca difícil y el destino lejano, no olvidéis recordar que más adelante os espera la meta con su hermosa vista panorámica, su seductor quiosco de bebidas y su amplia constelación de estrellas por alcanzar.



Ya no volveréis a olvidar el nombre de aquel monte: El Gianicolo. ¿Sabéis de dónde le viene el nombre? De un dios romano. Alguno de vosotros lo recordará, el dios Jano. El dios de las dos caras, bifronte, consagrado a las puertas, los porteros y el mes de enero. Jano es el dios de los principios y los finales de todas las cosas.



Y por eso Jano está esta tarde entre nosotr@s, echando el cierra de la puerta de vuestro bachillerato. Pero siempre que Jano cierra una puerta abre al mismo tiempo una nueva. Ya hemos echado la vista atrás, con los ojos que tiene Jano en la nuca. A partir de ahora, elegiremos siempre la cara de Jano que mira hacia delante.  



Cada uno de vosotr@s tiene que elegir sus propias metas. Cada uno tiene una propia vida que desplegar, un proyecto que realizar, un sueño que cumplir. Y vuestro futuro empieza ahora.  Nadie debe decidirlo por vosotr@s, porque nadie os lo va a regalar. Esta es la aventura que comenzáis hoy.



El camino será largo, tortuoso y lleno de dificultades. Y cuando tengáis tentaciones de abandonar, cuando os fallen las fuerzas… Recordad que en Roma hay un monte llamado Gianicolo desde el que se divisa un precioso panorama. Y recordad las palabras  que dijimos esta tarde: PER ARDUA AD ASTRA. 



Termino así, deseando que la alegría de esta tarde os acompañe durante los próximos años de vuestra formación. Os invito a decir conmigo: 


¡Vivan los bachilleres del curso de 2016 del IES Doctor Marañón!